miércoles, 25 de febrero de 2015

David Harvey hablar sobre las contradicciones del capitalismo

Tomado de: http://www.polodemocratico.net/index.php/noticias/nacionales/7678-u-nacional-quedo-pequena-para-albergar-multitud-de-estudiantes-que-queria-oir-a-david-harvey-hablar-sobre-las-contradicciones-del-capitalismo U. Nacional quedó pequeña para albergar multitud de estudiantes que quería oír a David Harvey hablar sobre las contradicciones del capitalismo viernes, 13 Febrero 2015 Por Fernando Arellano Ortiz La zona comprendida entre la Avenida-carrera 30 de Bogotá y el auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional de Colombia era un hervidero al mediodía del pasado jueves 12 de febrero. Además de una multitud de estudiantes y profesores de diversas facultades de este centro de estudios superiores era común observar connotados dirigentes sociales y políticos de sectores de izquierda y democráticos del país. Era tal el tumulto de gente que muchos transeúntes preguntaban qué estaba ocurriendo. La magnitud de la concurrencia que rodeaba las instalaciones de ese auditorio denotaba que se iba a presentar una estrella afamada de la industria musical, o algo similar. Llamaba mucho la atención que tanta gente vinculada a la academia y al debate político de un país conservador como Colombia, gobernada por una élite corrupta impregnada de neoliberalismo por todos los poros, se diera cita a un evento que había tenido muy escasa promoción. Obviamente la “gran prensa” del establecimiento invisibilizó la presencia en Bogotá del ilustre visitante. El personaje que concitaba tanto interés y atención en el campus de la denominada “ciudad blanca” era el geógrafo inglés David Harvey, un investigador social que ha desarrollado conceptos como el derecho a la ciudad, o la acumulación capitalista por desposesión, y que además es un conspicuo analista en tópicos urbanos, económicos y sociales. Sobra decir que millares de estudiantes, profesores e interesados en escuchar al profesor Harvey que hacían fila desde el mediodía hasta las tres de la tarde para poder alcanzar cupo se quedaron frustrados de no poder seguir su conferencia sobre las contradicciones del capitalismo por cuanto el auditorio León de Greiff se quedó pequeño para albergarlos. El multitudinario recibimiento de Harvey en la Universidad Nacional de Colombia es gratamente sorprendente si se tiene en cuenta que los principales y concentrados medios de comunicación de este país (de propiedad de cuatro oligopolios) desprecian el pensamiento crítico y consecuentemente a sus más preclaros exponentes. Además de invisibilizarlos, los estigmatizan y un teórico marxista como Harvey, no obstante su prestigio internacional, necesariamente tenía que pasar desapercibido para la prensa hegemónica y mercantilista de Bogotá. Ello indica que gracias a las tecnologías de la comunicación y al uso masivo de las redes sociales, los sectores alternativos en Colombia, igual que en el resto del mundo, han encontrado un valioso canal por donde asumir su rebeldía, pero además, un valioso instrumento para difundir el pensamiento crítico. El “fenómeno” Harvey en Bogotá demuestra que un vasto sector de la sociedad tanto de la academia como del activismo social no solo está ávido de pensamiento alternativo sino que ya no acude a los medios tradicionales de prensa para informarse porque es consciente, como bien señalaba Louis Althusser, que los mismos constituyen “aparatos ideológicos del Estado”. Un Estado que en el caso colombiano es opresor y generador de violencia. Fuente de inspiración de intelectuales radicales Para entender porque Harvey genera tanta acogida en el mundo de las Ciencias Sociales, la periodista e investigadora social canadiense Naomi Klein da la respuesta: porque “ha provocado una revolución en su especialidad (el urbanismo y la economía) y ha inspirado a una generación de intelectuales radicales”. Este profesor de 79 años, nacido en Gillingham, Kent, Inglaterra, es catedrático de Antropología y Geografía en la City University of New York (CUNY) y Miliband Fellow de la London School of Economics. Sus obras tienen una gran influencia en el ámbito académico mundial debido a la profundidad de sus reflexiones en áreas como el urbanismo, la crítica cultural y el pensamiento económico. Algunos de sus libros son: Ciudades rebeldes (2013); El enigma del capital y las crisis del capitalismo (2012); París, capital de la modernidad (2008); Breve historia del neoliberalismo (2007); El nuevo imperialismo (2004); Espacios de esperanza (2003). Caracterizado estudioso de la obra de Karl Marx, es un radical crítico del criminal modelo neoliberal. Buena parte de su carrera de investigador y docente universitario la ha realizado en Estados Unidos, donde actualmente reside. Su visita a Colombia, concretamente a Medellín y Bogotá entre el 9 y el 12 de febrero se realizó gracias a la coordinación del Instituto de Estudios Nacionales (IAEN) de Ecuador, en donde Harvey es director del Centro Nacional de Estrategia para el Derecho al Territorio con sede en Quito, la Universidad de Antioquia y la Maestría de Urbanismo de la Universidad Nacional. En Bogotá, su charla magistral versó sobre su último libro que lleva por título: “17 Contradicciones y el fin del capitalismo” (el cual puede descargarse en archivo PDF, accediendo al siguiente enlace:http://www.polodemocratico.net/index.php/noticias/insumos-para-el-debate/7010-17-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo). Hoja de ruta para organizar la lucha de clases en el siglo XXI En este trabajo bibliográfico, Harvey opta por una minuciosa reconstrucción de las diecisiete contradicciones que considera esenciales para explicar la reproducción social de las sociedades actuales, dilucidar las potenciales tendencias de la crisis y explorar las vías de acción de los movimientos revolucionarios que buscan transformar de raíz el orden social vigente. En ese sentido, este libro constituye un excelente mapa, una necesaria hoja de ruta para organizar las luchas sociales en el siglo XXI y la revuelta global, regional y local contra la lógica del capital y sus formas de explotación y dominación, que están llevando a la humanidad a un desastre social y un futuro de desolación y caos sistémico. Se trata, en consecuencia, de diseñar la superación definitiva del capitalismo. O como lo señala en sus propias palabras el autor: “quiero mostrar por qué debería sustituirse ese motor económico y cuál podría ser su eventual reemplazo”. “Las contradicciones del capital han generado a menudo innovaciones, muchas de las cuales han mejorado la calidad de la vida cotidiana. Cuando las contradicciones dan lugar a una crisis del capital, propician momentos de «destrucción creativa». Rara vez sucede que lo que se crea y lo que se destruye esté predeterminado y menos aún que todo lo que se crea sea malo y todo lo que era bueno resulte destruido, y rara vez se resuelven totalmente las contradicciones. Las crisis son momentos de transformación en los que el capital suele reinventarse a sí mismo y transformarse en algo diferente; y ese «algo diferente» puede ser mejor o peor para la gente por mucho que estabilice la reproducción del capital. Pero las crisis son también momentos de peligro cuando la reproducción del capital se ve amenazada por las contradicciones subyacentes”, expresa el geógrafo inglés en la introducción de su libro. En su conferencia en la Universidad Nacional de Colombia, Harvey alcanzó a esbozar tres de las contradicciones del capitalismo que trata minuciosamente en su última obra. Habló específicamente de la contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio, trayendo como ejemplo la crisis inmobiliaria de Estados Unidos; el límite de capacidad de crecimiento del capitalismo; y la alienación consumista de las grandes masas urbanas. Diferencia entre capital y capitalismo Harvey señala de entrada que para abordar el tema de su trabajo es preciso hacer una clara distinción entre capitalismo y capital. “Esta investigación –explica- se centra en el capital y no en el capitalismo. ¿Qué implica esa distinción? Por capitalismo entiendo cualquier sistema social en el que predominan de forma hegemónica los procesos de circulación y acumulación del capital a la hora de proporcionar y configurar las bases materiales, sociales e intelectuales para la vida en común. El capitalismo está cuajado de innumerables contradicciones, muchas de las cuales no tienen, sin embargo, nada que ver directamente con la acumulación del capital. Esas contradicciones trascienden las especificidades de las formaciones sociales capitalistas”. Valor de uso vs. Valor de cambio La primera contradicción de la que se ocupa tiene que ver con el valor de uso y el valor de cambio en Marx, para lo cual trae como ejemplo el caso de la vivienda. “En la vivienda –señala Harvey- el capitalismo ha llegado a la conclusión que la mejor forma de crear valor de uso es a través de su valor de cambio. Pero este sistema ha fracasado para la mayor parte de la población, que por el valor de cambio ha perdido su vivienda como valor de uso. Con este y tantos otros ejemplos podemos ver que estamos en un punto de inflexión de la historia de la acumulación capitalista”. “Los creadores de valor no tienen posibilidad de apropiarse de ese valor porque la producción la realizan personas con trabajos precarios, sin sindicatos ni organizaciones. Hay una contradicción en cómo el valor es producido y cómo es realizado, que es una de las principales contradicciones. El valor producido por los trabajadores chinos es apropiado en Estados Unidos. Por ejemplo, las ganancias operaciones de Apple Computer en EE.UU. son de un 26 por ciento en tanto el productor en China tiene una ganancia del tres por ciento. En otras palabras, el valor producido por el fabricante en China es apropiado por Apple Computer en Estados Unidos”. Por lo anterior, considera que la provisión directa de adecuados valores de uso para todos (vivienda, educación, seguridad alimentaria, etc.) debe ser prioritaria en contraposición de un insaciable sistema de mercado que maximiza el beneficio y que concentra los valores de cambio en unas pocas manos privadas y distribuye los bienes de acuerdo a la capacidad de pago. Sobre la capacidad de crecimiento del capitalismo La acumulación de capital y su constante expansión, hoy global y tal como señala El Manifiesto Comunista, encontrará sus límites cuando conquiste el mercado mundial. Hoy, dice Harvey se ha llegado a ese punto. En efecto, explica, “el proceso de acumulación ha penetrado a Rusia, los ex países soviéticos, al interior de China…Por otro lado, creo que estamos en un rumbo de colisión entre las fuerzas que impulsan esa expansión y las consecuencias sociales y ambientales de ello, que aparecen cada día con mayor evidencia no sólo para los especialistas sino para todo el mundo. Algo debe suceder. Porque la gran pregunta es adónde va el capital ahora. Puede ir a cualquier parte y seguir agudizando esas contradicciones, ¿o necesitamos un cambio hacia un mundo en el cual la acumulación de capital no sea más el principal objetivo de la sociedad? La alienación del consumismo Para el geógrafo inglés, “hemos vivido en un mundo en el que el capital ha luchado constantemente para que viniera a menos el trabajo, su poder, incrementando la productividad, eliminando el aspecto mental de los puestos de trabajo. Cuando vives en una sociedad de ese tipo, surge la cuestión de cómo puede haber quien lleve una vida que tenga algún sentido, considerando lo que hace en su puesto de trabajo. Por ejemplo, el 70 % de la población norteamericana odia ir a trabajar o bien es totalmente indiferente al trabajo que hace. En esa clase de mundo, la gente tiene que buscar alguna forma identidad para sí misma que no se base en la experiencia del trabajo. Si ese es el caso, entonces la pregunta que surge nos remite a qué clase de identidad pueden asumir. El consumo es una de las respuestas. Pero entonces tenemos una forma de consumismo sin sentido que trata de compensar la falta de significado en un mundo en el que hay muy pocos empleos que tengan sentido. A mí me irrita mucho oír decir a los políticos que tenemos que crear más empleo. Pero ¿qué clase de empleos?” “La alienación surge, me parece, del sentimiento de que tenemos la capacidad y el poder de ser alguien muy diferente de lo que definen nuestras posibilidades. Luego surge la cuestión de hasta qué punto es sensible el poder político a la creación de otras posibilidades… Hay una alienación de la cultura de la mercancía, que crea el anhelo de una forma distinta de libertad. Las periódicas erupciones que estamos viendo en todo el mundo—el Parque Gezi en Estambul, las protestas de Brasil, los disturbios londinenses de 2011—plantean la cuestión de si la alienación se puede convertir en una fuerza política positiva. Y la respuesta es que sí”… Dicho esto, hay mucho fermento en campos culturales disidentes, hay algo en movimiento que es fuente de cierta esperanza”. Bancos, banqueros y mercados contra el bienestar del pueblo De otro lado, Harvey llama la atención sobre el funesto rol de los llamados bancos centrales, cuya función a partir de la implementación del dogma neoliberal es recatar a los ambiciosos banqueros, garantizar la libre circulación del capital especulativo a costa del bienestar de los pueblos. “La gran diferencia institucional en la actual crisis del capitalismo parece ser el papel de los bancos centrales, entre los cuales la Reserva Federal de Estados Unidos desempeña un rol de liderazgo e incluso de dominio en el escenario mundial. Pero desde la implantación de los bancos centrales (que, en el caso británico, se remonta a 1694), su función ha sido la de proteger y rescatar a los banqueros en lugar de ocuparse del bienestar del pueblo. El hecho de que Estados Unidos pudiera salir estadísticamente de la crisis en el verano de 2009 y que los mercados de valores de casi todo el mundo pudieran recuperar sus pérdidas tuvo todo que ver con las políticas de la Reserva Federal. ¿Esto augura un capitalismo global gestionado bajo la dictadura de los banqueros centrales del mundo, cuyo deber primordial es preservar el poder de los bancos y los plutócratas? Si así fuera, habría muy pocas expectativas de solución a los actuales problemas de las economías estancadas y el empeoramiento de las condiciones de vida para la gran mayoría de la población del planeta”. Por lo anterior, Harvey ironiza cuando le preguntan sobre su concepción de democracia. “La cuestión de la democracia –dice- depende muy mucho de las definiciones. Tenemos supuestamente democracia en los Estados Unidos, pero está claro que es una especie de payasada…es una democracia del poder del dinero, no del poder de la gente”. Despertarse y ponerse a pensar Ante las funestas consecuencias que ha traído el capitalismo como la crisis civilizatoria que estamos padeciendo, este reputado intelectual, geógrafo y cientista social puntualiza que “la única esperanza es que la masa de la humanidad vea el peligro antes de que la podredumbre llegue demasiado lejos y el daño humano y medioambiental sea demasiado grande para tener cura. En vista de lo que el papa Francisco apoda acertadamente «la globalización de la indiferencia», las masas globales deben, tal como señala Frantz Fanon tan certeramente, «primero decidir despertarse, ponerse a pensar y dejar de representar el irresponsable papel de la bella durmiente». Si la bella durmiente se despierta a tiempo, entonces podríamos asistir a un final más parecido a un cuento de hadas. El «humanismo absoluto de la historia humana», escribió Gramsci, «no tiene como objetivo la resolución pacífica de las contradicciones existentes en la historia y la sociedad, sino que es la auténtica teoría de esas contradicciones». La esperanza está latente en ellas, dijo Bertolt Brecht. Como hemos visto, existen suficientes contradicciones imperiosas dentro del campo del capital para abrigar muchos motivos para la esperanza”.

sábado, 14 de febrero de 2015

LA GLOBALIZACIÓN HISPANA DEL COMERCIO Y EL ARTE EN LA EDAD MODERNA

Tomado de: http://www.ciudadgestion.co/economia/la-globalizacion-hispana/ La globalización Hispana del comercio y el arte en la edad Moderna. Publicado el 11 feb 2015Por: Rafael Dobado GonzalezComentario: 0 Rafael Dobado González Departamento de Historia e Instituciones Económicas I Facultad de CC. Económicas y Empresariales Universidad Complutense de Madrid Campus de Somosaguas, 28223 Pozuelo de Alarcón THE HISPANIC GLOBALIZATION OF COMMERCE AND ART IN THE EARLY MODERN ERA Abstract: This article shows some important aspects of a worldwide, historical phenomenon: the globalization of commerce and art which started in the second half of the sixteenth century and had the American, Asian and European territories of the Hispanic Monarchy as main protagonist during the Early Modern Era. The international exchanges –basically, American silver in return for more or less luxurious goods from Asia- that followed the discovery by Urdaneta, in 1565, of the “tornaviaje” between Manila and Acapulco had a profound influence on the forms of production and consumption in both the Old World and the New. Spanish economists and economic historians have probably underscored the historical significance of these unprecedented interactions. The central role played by the Viceroyalty of New Spain in this globalization has perhaps not been properly valued either. Keywords: Economic History; globalization; art and commerce in the Early Modern Era; Manila Galleon. LA GLOBALIZACIÓN HISPANA DEL COMERCIO Y EL ARTE EN LA EDAD MODERNA Resumen: Este artículo muestra algunos aspectos destacados de un fenómeno histórico de dimensiones planetarias: la globalización comercial y artística que, iniciada en la segunda mitad del siglo XVI, tuvo como principal protagonista durante la Edad Moderna a los territorios americanos, asiáticos y europeos de la Monarquía Hispánica. Los intercambios internacionales (básicamente, plata americana a cambio de objetos asiáticos más o menos lujosos) que siguieron al descubrimiento, en 1565, por Urdaneta del “tornaviaje” entre Manila y Acapulco tuvieron profundos efectos sobre las formas de producir y de consumir tanto en el Viejo Mundo y como en el Nuevo. La trascendencia histórica de estas interacciones sin precedentes tal vez ha pasado un tanto inadvertida a los economistas e historiadores económicos españoles. Probablemente, el papel central desempeñado en esta globalización por el Virreinato de la Nueva España tampoco ha sido valorado adecuadamente. Palabras clave: Historia Económica; globalización; arte y comercio en la Edad Moderna; Galeón de Manila. 1. BREVE REPASO A LA GLOBALIZACIÓN DE LA EDAD MODERNA No existe una definición unánimemente aceptada de un fenómeno tan complejo como el que pretende describir el término globalización. Economistas e historiadores económicos tienden a pensar la globalización en términos de integración de mercados. Desde esta perspectiva, paraO’Rourke y Williamson (1999, 2002a, 2002b, 2004), pioneros del análisis histórico-económico de la globalización, ésta apareció abruptamente en la primera mitad del siglo XIX, cuando, como consecuencia de la caída de los costes de transporte derivada de la Revolución Industrial, mercados de productos de amplio consumo (cereales, etc.) empezaron a integrarse internacionalmente. Dobado, García-Hiernaux y Guerrero (2012), aceptando esa misma definición de globalización, han cuestionado algunos aspectos de la influyente visión canónica establecida por O’Rourke y Williamson al encontrar pruebas de una creciente integración internacional (dentro de Europa y entre Europa y América del Norte) del mercado del grano desde la primera mitad del siglo XVIII. Tras ser interrumpida por la profunda y duradera desintegración económica causada por el ciclo bélico de 1792 a 1815, la globalización resurgió con renovadas fuerzas unos años más tarde. Ahora bien, ¿qué ocurre si adaptamos el punto de vista de otros estudiosos de la globalización? De Vries (2010) ha distinguido entre globalización “dura” y “blanda”. La primera sería equivalente a la de O’Rourke y Williamson y, para él, tampoco pudo tener lugar antes del siglo XIX. Por el contrario, para De Vries: “Evocations of a compressed and intensified world may be called ‘soft globalization.”1 Esta visión, que enfatiza la idea de interacciones influyentes y duraderas a escala intercontinental, tiene en Flynn y Giraldez a dos de sus más cualificados valedores y no carece de sentido histórico.Además, conecta directamente con la afirmación de Adam Smith según la cual el “descubrimiento” de América y la llegada a la India bordeando el cabo de Buena Esperanza –en 1492 y 1498 por España y Portugal, respectivamente- son dos de los más importantes hechos en la historia de la humanidad.La “soft globalization” está en sintonía con el concepto de “Columbus Exchange” de Crosby (1972), que intenta captar el intercambio sin precedentes de especies animales entre el Nuevo (América) y el Viejo Mundo (Eurasia y África) que se inicia con el arribo de Colón al Caribe. No faltan pruebas de que los efectos del “Columbian Exchange” distaron de ser anecdóticos. Sirvan sólo un par de ellas. La introducción, que se registra por primera vez en Sevilla en 1573, de la patata en el Viejo Mundo explica un cuarto y un tercio de su crecimiento demográfico y urbanización, respectivamente, entre 1700 y 1900 (Nunn y Quian, 2010). La difusión del maíz, la batata y los cacahuetes por China no sólo modificó los hábitos alimenticios, especialmente entre los pobres del Sur, sino que está asociada al gran crecimiento demográfico del siglo XVIII, durante el que la población, según Angus Maddison, más que se triplicó. Ni los “vicios” escaparon al “Columbian Exchange”. Originario de América, el tabacoinició su andadura internacional adornado de cualidades medicinales. Se extendió por Europa durante la segunda mitad del siglo XVI y, casi con toda seguridad procedente de Filipinas, no tardó mucho en llegar a China.Poco cuesta añadir la impresionante circulación intercontinental de ideas y gustos que acompañó a la de gérmenes, animales –humanos incluidos- y plantas para apreciar la trascendencia histórica sin precedentes del proceso que comienza no mucho después del “shock” histórico provocado desde la Península Ibérica a fines del siglo XV, llámesele “Columbus Exchange”, “soft globalization” o como se quiera. Ideas y gustos que rápidamente se materializaron en una variedad de objetos que eran transportados en cantidades y a distancias sin parangón hasta entonces. Sirvan algunos ejemplos de una globalización muy distinta y que precede a la que O’Rourke y Williamson tienen en mente. La primera porcelana azul y blanca con decoración europea (un aguamanil con el escudo de armas de Dom Manuel I) data de 1520, tan sólo tres años después de la llegada a China del primer barco portugués. Le corresponde a la porcelana un papel protagonista en la globalización artística de la Edad Moderna, pero ésta adoptó otras muchas formas. Una de las más tempranas es el arte namban (traducible por “bárbaros del sur”), que surge en Japón como consecuencia del contacto con los portugueses llegados a comienzos de la década de 1540 para comerciar y difundir el catolicismo –el jesuita San Francisco Javier desembarcó en Kagoshima en 1549- y que ha producido objetos variados (pinturas, biombos, así como escritorios, arcas, arquetas,sagrarios, oratorios, atriles de laca urushi, misales, etc.) tanto para el consumo interno como para la exportación. El arte namban ejerció su más duradera influencia en Nueva España, donde se detecta ya a comienzos del siglo XVII la presencia de artistas japoneses cristianizados que llegaron a través de Manila huyendo de las persecución religiosa desatada por el shogun Tokugawa Ieyasu. Un duradero ejemplo se encuentra en la nutrida producción de biombos novohispana. En ellos la influencia autóctona está bien presente. Resulta especialmente perceptible en el biombo mostrado en la Ilustración 3, que presenta unos festejos en los que mestizos e indígenascelebran una ceremonia de origen pre-hispánico (los “voladores” en torno al “palo” situado en posición central). El biombo da también buena cuenta de algo tan característicamente mexicano como es la elaboración del pulque a partir del agave. No faltan los “guerreros águila” y “jaguar” de la tradición militar mexica. La presencia de algunos “españoles” completa una escena de notable sincretismo cultural. También Nueva España albergó la producción de una cerámica, la mayólica de Puebla de los Ángeles, conocida como talavera poblana, en la que se perciben influencias tan diversas como son la española medieval y la italiana renacentista presentes en los productos de Talavera de la Reina. Pero igualmente, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVII, se observa la adopción de técnicas, motivos ornamentales y formas de la porcelana china de exportación (kraak). En realidad, la influencia de China parece haberse dejado sentir muy pronto incluso en la propia talavera peninsular Algo más tarde también en Delft (Holanda), importante centro productor de cerámica, donde al menos desde mediados del siglo XVII se imitaba masivamente la porcelana china transportada en grandes cantidades por la Vereenigde Oost-Indische Compagnie (VOC). Un aspecto interesante de esta apasionante historia de estilos y objetos que cruzan los océanos en la Edad Moderna es que las influencias no sólo operan en una determinada dirección. Occidente y el cristianismo dejaron una profunda huella en el arte japonés antes de las persecuciones religiosas de comienzos del siglo XVII. Los gustos europeos no dejaron de determinar formas, motivos y usos de la porcelana kraak de exportación. Muy comúnmente, ésta era elaborada siguiendo modelos en madera, metal u otros materiales entregados a los intermediarios chinos a fin de que la producción de porcelana se adaptase al gusto del consumidor final en Europa. Al mismo tiempo, en el siglo XVIII, las chinoiseries europeas en pintura, cerámica, textiles, etc. creaban un mundo imaginario que sólo tangencialmente reflejaba la realidad de una China que atraía poderosamente la imaginación artística occidental.Algo más tarde también en Delft (Holanda), importante centro productor de cerámica, donde al menos desde mediados del siglo XVII se imitaba masivamente la porcelana china transportada en grandes cantidades por la Vereenigde Oost-Indische Compagnie (VOC). Por tanto, a través de rutas comerciales duraderas y de larga distancia, las interacciones estéticas preceden históricamente a la integración de mercados en el sentido de O’Rourke y Williamson y no dejaron de influir en aspectos significativos de la vida de amplios sectores de la humanidad, como es el consumo y la producción de bienes usados en la vida cotidiana con fines religiosos, decorativos o funcionales. En su defensa de la concepción “soft” de la globalización, Flynn y Giráldez (2004) llegan incluso a precisar temporal y espacialmente su inicio: “We propose that globalisation began when the Old World became directly connected with the Americas in 1571 via Manila La fecha propuesta se corresponde con la fundación de Manila por Legazpi sobre los restos de una ciudad musulmana abandonada ante la presión española. Igualmente podrían haberse propuesto 1565. En ese año, Urdaneta logró encontrar el derrotero de vuelta a América que hizo posible la difícil travesía entre las Filipinas y la costa pacífica de Nueva España. Esta proeza náutica puede también considerarse como la inauguración de la ruta comercial que, conocida como el “Galeón de Manila”, la “Nao de China” o la “Nao de Acapulco”, conectó Asia con América y, tras la intermediación de esta última, con Europa durante dos siglos y medio. La globalización “a la Flynn y Giráldez” sirve particularmente bien a los fines de este artículo, pues resalta el decisivo papel de España y de sus territorios en América y Asia en la mundialización comercial y artística de la Edad Moderna. Ésta se basó en el intercambio de plata americana -especialmente, pero no sólo, novohispana- por mercancías, muchas de ellas de indiscutible contenido artístico (porcelanas y sedas, principalmente, aunque también biombos, arquetas, calicós, peines, abanicos y otros). Esas mercancías, tan deseadas durante mucho tiempo en Europa y América, dejaron su impronta en la conformación del “gusto moderno” y en las actividades manufactureras destinadas a satisfacerlo. La fecha propuesta se corresponde con la fundación de Manila por Legazpi sobre los restos de una ciudad musulmana abandonada ante la presión española. Igualmente podrían haberse propuesto 1565. En ese año, Urdaneta logró encontrar el derrotero de vuelta a América que hizo posible la difícil travesía entre las Filipinas y la costa pacífica de Nueva España. Esta proeza náutica puede también considerarse como la inauguración de la ruta comercial que, conocida como el “Galeón de Manila”, la “Nao de China” o la “Nao de Acapulco”, conectó Asia con América y, tras la intermediación de esta última, con Europa durante dos siglos y medio.Cabe aquí hacer referencia al fomento por parte de casi todas las grandes monarquíaseuropeas de la producción nacional de objetos lujosos mediante “manufacturas reales”. Un buen ejemplo es el de la porcelana. Era tal la pasión de las élites europeas del siglo XVIII –“the contagion of China-fancy”, en palabras de Samuel Johnson, o “enfermedad de la porcelana” – que pocas fueron las cortes que carecieron de fábrica propia. Augusto el Fuerte de Sajonia logró producir por primera vez en Europa auténtica porcelana desde 1710 en la archifamosa factoría de Meissen. Resultado de lo que hoy calificaríamos de espionaje industrial, Du Paquier llevó, en 1718, los secretos de la fabricación de porcelana a Viena. En 1744, la Emperatriz María Teresa pasó a ser la propietaria de la factoría vienesa. La Manufactura Imperial de Porcelana rusa se inauguró en ese mismo año. Luis XV se hizo, en 1759, con la propiedad de Sèvres, que todavíano producía verdadera porcelana “dura”. Su fabricación se inició en España en 1760, cuando Carlos III funda la Real Fábrica del Buen Retiro, llamada popularmente “La China”. Durante su reinado en Nápoles, el monarca había establecido, en 1743, la Real Fábrica de Capodimonte. En realidad, Capodimonte fue desmantelada y trasladada a Madrid, a donde llegaron también buena parte de sus antiguos operarios, para dar origen al Buen Retiro. Federico II el Grande de Prusia también contó, desde 1763, con fábrica de porcelana propia. En 1779, el rey de Dinamarca se hacía cargo de la que pasaría a denominarse Manufactura Real de Porcelana Danesa. Así, los reyes europeos del siglo XVIII no se limitaron a poseer porcelana –ya Felipe II contaba con una colección de unas dos mil piezas- y mostrarla, al igual que la nobleza, en sus “gabinetes” (Porzelanzimmer), sino que se lanzaron a producirla con fines no sólo, o no en absoluto, estrictamente económicos sino también, y principalmente, para adornarse con el prestigio asociado a esta forma de arte durante la Edad Moderna. Fabricantes privados, disponiendo de un apoyo oficial que variaba según los países y las épocas, se lanzaron también a emular con mayor o menor fidelidad y éxito los textiles asiáticos, ya fueran, por ejemplo, las chinoiseries de la factoría francesa de Oberkamp o los chintzs ingleses de origen indostánico.Para Berg, sería a finales del siglo XVII y comienzos del XVIII cuando “an import trade in luxury goods from India and China to Europe was to transform the european economies themselves.”17 Así, esta autora defiende la existencia de relaciones de causalidad entre el comercio global de artículos de lujo, el consumismo europeo y la industrialización del siglo XVIII. Y es que el “lujo” tal vez no lo fue tanto, pues fue imitado profusamente en versiones baratas de mucho más amplio consumo. El uno y, especialmente, las otras tuvieron consecuencias económicas más transcendentales que lo que los partidarios de la “hard globalization” están dispuestos a aceptar. El acceso al consumo de productos “exóticos” de variada índole –a los señalados más arriba, habría que añadir el tabaco, el café, el azúcar, el té y otros- estuvo seguramente más extendido y desde antes de lo que suele reconocerse (McCants, 2007) En la Plaza Mayor de la Ciudad de México se construyó, después del tumulto de 1692, el Parián –del tagalo parian, que significa mercado chino, según la RAE- con la finalidad de acoger a los comerciantes de productos importados, en particular los de la Nao de la China (Leibsohn, 2013). Un documento iconográfico de gran valor es el cuadro pintado por el excelente artista novohispano Cristobal Villalpando (c. 1649-1714) al poco de su inauguración –véase el “mercado chino” que aparece en la parte inferior derecha Ilustración 5. El Parián fue calificado por el cronista Juan de Viera de “teatro de maravillas” (Rubial, 2008). No parece que esos productos, inicialmente raros y más tarde de presencia habitual, que tanta atracción despertaban en residentes y visitantes fueran todos de lujo en sentido estricto. De acuerdo con Slack, la Plaza Mayor de México, “the mercantile heart of the Spanish empire”, atendía las “exotic demands of elites and commoners alike.” Durante el siglo XVIII, como resulta esperable a causa del cultivo en la América española de los en Europa llamados “colonial goods”, muchos asalariados hispanoamericanos accedían más fácilmente a bienes como el cacao y el azúcar que los de la mayor parte de Europa y el resto del mundo (Dobado y García, próxima aparición). No resulta extraño, por tanto, que sepamos gracias a Fernández de Pinedo (2012) que las clases medias y altas de Madrid tuvieran hábitos de consumo cosmopolitas, entre los que figuraban asiduamente hacia mediados del siglo XVIII productos de origen americano (cacao de Caracas y azúcar cubano) y asiático (porcelana y otra cerámica, abanicos, cajas de ébano, etc.). No obstante, bien podría ser el caso que esas pautas de consumo parcialmente globalizadas –artículos consumidos por esos grupos sociales madrileños procedían de la propia España (seda) o de Europa (otros textiles finos)- tuvieran larga tradición en la capital de la Monarquía Hispánica Eso es lo que parece sugerir el bodegón pintado por Antonio de Pereda (1611-1678) a mediados del siglo XVII, en el que se encuentra un conjunto heterogéneo de refinados artículos de consumo de al menos tres (América, Asia y Europa) de los cuatro continentes conocidos por entonces.Y es que esa “revolución en el consumo” empezó como consecuencia de la “mundialización ibérica”, concepto propuesto por Gruzinski (2010) con el que intenta describir la circulación de personas, objetos e ideas a lo largo y ancho de las cuatro partes del mundo (África, América, Asia y Europa) durante el período 1580-1640 en el que la “monarquía católica” abarcaba los imperios español y portugués. Dentro de este vasto espacio, probablemente en ningún sitio como en la Nueva España, y en particular en su capital, se observe la presencia temprana de las nuevas posibilidades de consumo resultante de la “mundialización ibérica” y, sobre todo, hispana: “Esta nueva geografía que ubica a la ciudad de México en la línea divisoria del mundo es portadora de riquezas infinitas.”22 Tras el descubrimiento del “tornaviaje” Manila-Acapulco, Nueva España se encontró en una posición privilegiada en la circulación, por primera vez en la historia de la humanidad, el Viejo Mundo y el Nuevo a través tanto del Atlántico y del Pacífico. Por otra parte, la ingente cantidad de plata producida en el Virreinatos del Perú y de Nueva España era el motor de este comercio mundial, en el que los objetos artísticos desempeñaron un papel tan importante. En Nueva España -favorecida por su posición geográfica entre ambos océanos y su legado cultural pre-hispánico, así como por su dinamismo económico (agricultura, ganadería, minería y comercio) y por el poder de sus grupos de presión durante la época virreinal- se combinaron antes y como en ningún otro lugar, la “Europa portátil” que Jorge Alberto Manrique reelabora a partir de Baltasar Gracián y el “Asia portátil” que propone Curiel (2012).Esta globalización, al igual que la contemporánea, también tuvo sus descontentos más o menos justificados. Esta sección no concluirá sin una mención a ellos, aunque sea breve. Ya se ha señalado el traslado forzoso a América de millones de africanos, a los que difícilmente cabría considerar favorecidos por la globalización de la Edad Moderna. No podemos extendernos en el coste para los consumidores europeos de las medidas proteccionistas adoptadas por los gobiernos europeos en respuesta a las presiones de grupos de interés (por ejemplo, los productores de textiles británicos, los mercaderes peninsulares y novohispanos que participaban en el comercio entre Sevilla o Cádiz y Veracruz, las compañías privilegiadas de comercio China, la mayor economía mundial en 1500 y, especialmente, 1820, y Japón, cuyo PIB ya era considerable hacia ese último año, acabaron reaccionando a la defensiva frente a la globalización. Ambas economías lo acabarían pagando en términos de divergencia respecto a Occidente, afectados por la competencia inter e intra-continental o como parte de la política de afirmación interna y externa de los estados nacionales emergentes. El primer contacto directo entre Occidente y China tuvo lugar en 1514 y fue protagonizado por portugueses, quienes también fueron lo primeros en llegar a Japón en 1543. La actitud de los gobernantes de las dinastías Ming (1368-1644) y Qing (1644-1912) hacia el comercio exterior osciló entre el favor inicial y la hostilidad posterior, terminando con una regulación más bien restrictiva durante el casi un siglo que precede a la liberalización impuesta por Gran Bretaña en el Tratado de Nankín (1842). Esta política contrasta con la que subyace a de las siete expediciones marítimas capitaneadas por Zheng He entre 1405 y 1433, cuando flotas de dimensiones espectaculares fueron enviadas al sudeste Asiático y al Índico, llegando a Mombassa. No obstante, después de estos notables periplos, se adoptaron, en repetidas ocasiones, medidas más o menos extremas de Hǎi Jĩn, traducible como prohibición marítima. Por tal debe entenderse un heterogéneo conjunto de restricciones que iban desde la prohibición de construir barcos de alto porte tras el cese impuesto a las expediciones marítimas hasta el desplazamiento forzado de la población a kilómetros de la costa en las provincias de Guangdong, Fujian, Zhejiang, Jiangsu y Shandong.27 Durante la segunda mitad del siglo XVIII, el comercio exterior chino acabó adoptando el “sistema Cantón”, o Cohong, que designa la agrupación de los trece hong, grandes comerciantes, que controlaban en exclusiva los intercambios con los países extranjeros (Gran Bretaña, Holanda, Francia, Dinamarca, Suecia, Estados Unidos, etc.) autorizados a disponer de factoría en, y sólo en, Cantón. La Compañía de Filipinas contó con una desde poco después de su fundación, en 1785 (Martínez Shaw, 2007).28 El comercio exterior chino creció sustancialmente durante el siglo XVIII, en particular las exportaciones de té a Gran Bretaña (Findaly y O’Rourke, 2007). Sin embargo, parece fuera de toda duda que el peso de China en el comercio mundial de la Edad Moderna estaba por debajo del que le correspondía en la economía y la población mundiales: alrededor de un cuarto o un tercio en 1700 y 1820, respectivamente, según Angus Maddison.29 Así, Keller, Li y Shiue resaltan que el llamativo aumento de la participación de la China contemporánea en el comercio mundial constituye “a stunning reversal relative to the pre-1978 and also the pre-1840 period.” De hecho, la política comercial parece haber respondido básicamente a las necesidades de política interior percibidas por los gobernantes chinos (presión mongola en las fronteras septentrionales a fines de la primera mitad del siglo XV, piratería (wokou) del siglo XVI y el temor a los efectos desestabilizadores del comercio con las potencias europeas en el XVIII).31Algo semejante ocurrió en Japón durante el período Tokugawa (1603-1867). La favorable actitud inicial –de la que es reflejo el arte namban- hacia los “bárbaros meridionales”,que traían consigo el cristianismo, los grandes barcos y las armas de fuego, acabó trocándose en abierta hostilidad (martirio de religiosos y persecución generalizada de creyentes incluidas) en el contexto del conflicto interno japonés que concluiría con la pacificación impuesta por Tokugawa Ieyasu. Entre las décadas de 1630 y 1850, Japón sólo mantendría un limitado contacto con el exterior básicamente a través del reducido número de comerciantes chinos y de la VOC a los que se permitía acceder al puerto de Nagasaki. Sea cual sea el auténtico alcance del mercantilismo occidental, la política comercial de los estados europeos en la Edad Moderna resulta mucho menos proteccionista y más favorable al crecimiento que la seguida por los grandes economías del Extremo Oriente. Por el contrario, cuesta resistirse a pasar por alto al primer conflicto laboral debido a la movilidad internacional del trabajo del que tenemos noticia. Tuvo lugar, no casualmente, en Nueva España. Como relata Bernstein (2008), en 1635, los barberos de la ciudad de México se quejaron al Virrey de la competencia por parte de los “chinos” llegados presumiblemente en el Galeón de Manila. Desconocemos el resultado final de este episodio, pero las autoridades municipales aconsejaron limitar el número de barberos asiáticos a doce y su ámbito de actuación a los suburbios. Las regulaciones municipales no debieron cumplirse, pues más de un centenar de barberos chinos ejercían su oficio dentro de la ciudad en 1667. A la vista de lo expuesto hasta aquí, resulta dudoso que el exitoso autor de La vida simple tenga razón cuando afirma que la “avalancha de los pueblos hacia lo feo fue el principal fenómeno de la mundialización”No obstante, es muy probable que Wen Zhenheng compartiese una opinión despectiva acerca de la globalización de su tiempo. En Un tratado de las cosas superfluas, el esteta chino, muerto en 1645, encontraba “más bien vulgar” combinar, como hacían algunos de sus contemporáneos, camelias de Sichuan o Yunnan con magnolias en los adornos florales. Casi con toda seguridad, su opinión de la porcelana kraak exportada a Occidente no podía ser sino despectiva. Casi ninguna porcelana producida después del siglo XVI tenía valor alguno para alguien tan exigente como él. Sin embargo, a la Europa del siglo XVII llegaron multitud de piezas que, si bien despreciables para Zhenheng, impresionaron a los consumidores europeos y todavía hoy las encontramos bellas. Es más, contribuyeron a que la porcelana de alta calidad fuese no sólo apreciada por las élites europeas hasta extremos que hoy nos cuesta entender, sino también elaborada en Europa desde el siglo XVIII con unos resultados espectaculares, como prueba, por ejemplo, la producción de Meissen. 2. La Monarquía Hispánica en la globalización de la Edad Moderna Una vez mostrados algunos aspectos de la globalización comercial y artística de la Edad Moderna, se pasará revista al papel desempeñado en ella por la Monarquía Hispánica, que, hasta comienzos del siglo XIX, se extendió por Europa, América y Asia. El énfasis que se pondrá en la contribución española y novohispana no está reñido con el reconocimiento del destacado papel desempeñado por otros actores: Portugal, Holanda, Perú, China, India, Inglaterra o Francia. Simplemente, un artículo como éste sólo permite trazar los grandes rasgos de un proceso planetario en el que España y Nueva España, junto con Filipinas, tuvieron un protagonismo indiscutible, pero no por ello suficientementereconocido. Además, esos otros actores no inauguraron la conexión permanente entre el Viejo Mundo y el Nuevo -ello ocurrió a iniciativa española con colaboración novohispana- ni tuvieron una capacidad decisiva directa –aunque sí la tuvieron parcial e indirecta, en mayor o menor medida según las épocas- sobre la dinámica de una interacción entre continentes basada en la plata producida en los Virreinatosdel Perú y de Nueva España. Si acaso sería China, destino final indirecto de buena parte de la plata americana, a quien correspondiese un protagonismo destacado en esta historia desde sus comienzos. Ahora bien, al margen de la plata, pocos bienes procedentes de la Europa preindustrial parecen haber despertado los deseos del consumidor chino y poca era lainclinación de sus autoridades a dejar que se expresasen mediante el comercio internacional. Por último, que a España y a sus territorios ultramarinos le corresponde algún papel de especial relevancia en la historia de la globalización se desprende del hecho de que el Pacífico fue durante largo tiempo considerado un “lago español”.Una advertencia previa adicional resulta también necesaria. Por las razones que se acaban de exponer, lo que resta de este artículo se centra en las conexiones que tuvieron lugar entre la América española, con Nueva España en un lugar central, y Asia, vía Filipinas, a través del “Galeón de Manila”. Pese a la indudable trascendencia económica y cultural de la “Carrera de Indias” y de los intercambios diversos entre España y América, la contribución en términos de globalización, definida “a la Flynn y Giráldez”, del comercio que giraba en torno a la plurisecular “Nao de la China” es mayor. El éxito de la expedición Magallanes–Elcano (1519-1522) al circunnavegar el globo por vez primera y los beneficios comerciales de Portugal en Asia estimularon el interés español por el Pacífico. A la expedición de Loaísa, que zarpó en 1525 desde La Coruña con destino a las Islas Molucas (“Islas de la Especiería”), siguió la enviada en su socorro por Cortés desde Nueva España en 1527 al mando de Álvaro de Saavedra. De este virreinato zarparon también otras expediciones posteriores, entre ellas, en1564, la de Legazpi, de la que formaba parte Andrés de Urdaneta. Éste fue el navegante que, al año siguiente, encontró el derrotero que hizo posible el “tornaviaje” entre Filipinas y Nueva España durante dos siglos y medio. Y con el tráfico permanente entre Asia y América mediante el “Galeón de Manila” se completaba la globalización de la Edad Moderna iniciada por España en 1492 y por Portugal en 1498. A partir de entonces la interacción comercial y artística entre todas las partes del mundo se hizo realidad. El “Galeón de Manila” perduró ininterrumpidamente hasta 1815. Fue, pues, una de las rutas de comercio intercontinental más duraderas. Y una de las más difíciles de transitar. Su existencia fue favorecida por la geografía: el sistema de vientos (dominantes del oeste entre los paralelos 30 y 60 norte y del noreste entre los 0 y 30 norte) y corrientes (Kuro-Shiwo, Pacífico Norte, California y Ecuatorial Norte). El viaje Acapulco-Manila no era especialmente complicado. Los barcos, navegando entre el Trópico de Cáncer y el Ecuador, lograban aprovecharse de vientos generalmente suaves y constantes del noreste y llegaban en unos tres meses -tras hacer, desde la segunda mitad del siglo XVII,escala en la isla de Guam (Archipiélago de las Marianas)- hasta el Embocadero de San Bernardino. La etapa final de la navegación se volvía mucho más azarosa antes del atraque en el puerto de Cavite, en la bahía de Manila. Por su parte, el “tornaviaje” Manila-Acapulco era toda una proeza náutica –véase la Ilustración 8.36 El “Galeón” zarpaba de Cavite generalmente entre mediados de junio y de julio para aprovechar el monzón del sudoeste y evitar los tifones, más frecuentes durante lo que restaba del verano y parte del otoño. Salía a mar abierto, tras no pocas complicaciones, a través del Embocadero.37En su larga travesía, llegaba casi hasta Japón, situándose luego por encima del paralelo 30 norte hasta aproximarse, impulsado por los vientos del oeste, a las costas de la Alta California y continuar hasta Acapulco, en cuyo puerto atracaba hacia finales de diciembre. En total, unos 15.000 kilómetros, la mayor parte de los cuales sin tocar puerto. No es de extrañar, pues, que el “tornaviaje” resultase de una dureza inusual para pasajeros y tripulantes, cuya salud era minada por el escorbuto y otras enfermedades, la mala alimentación, etc., hasta el punto de causar la muerte de no pocos de ellos y que más de treinta “galeones” se perdieran. Sin embargo, sólo cinco fueron capturados por naves enemigas.La duración plurisecular de la “Nao de la China” fue también favorecida por intereses comerciales y políticos. Las especias y las manufacturas asiáticas gozaban de amplia aceptación entre los consumidores de la Monarquía Hispánica en América y España. Las corporaciones mercantiles lograban altos beneficios con un comercio estrictamente regulado que restringía la competencia. La Corona encontró en ella un instrumento al servicio del objetivo estratégico de sostener la presencia en Asia en un contexto internacional conflictivo, especialmente desde el siglo XVII, cuando otras potencias occidentales emergentes comenzaron a hacerse cada vez más presentes en esa parte del mundo.Ahora bien, la condición necesaria de la globalización hispana de la Edad Moderna fue la plata americana. Su gran protagonista fue el “real de a ocho”, también conocido como peso, peso fuerte o dólar español. La fiabilidad y buena calidad de la moneda producida en las cecas hispanoamericanas (principalmente, aunque no sólo, en Lima, Potosí y, en especial, México) elevó el “real de a ocho” a la categoría de “primera moneda universal”, en palabras de Céspedes (2003), pues circulaba masivamente con plena aceptación a todo lo largo y ancho del mundo desde la primer mitad del siglo XVI hasta el XIX..Durante unos tres siglos, la Corona española mantuvo en su poder a los principales centros productores de plata del mundo, que estaban en Perú y en Nueva España. Como señala Marichal, “Spanish America produced more silver, on a more regular basis and for a longer time, than any other region of the World”, entre más de 100.000 y unas 150.000 toneladas. Un éxito, ciertamente, desde cualquier punto de vista, atribuible a una combinación de factores de variada índole (abundantes yacimientos de minerales de baja ley, generalización de la amalgamación y mejora de la oferta de mercurio, calidad organizativa de las autoridades, capacidad empresarial y acceso al mercado de capitales, articulación de los mercados regionales, disponibilidad de mano de obra forzada y, sobre todo, libre, etc.) que aquí sólo podemos apuntar. En palabras de Marichal: “in respect to resources, capital, technology, labor, and economic linkages, silver mining in Spanish America was a complex and sophisticated operation from the start Muy al contrario de una extendida idea, la minería argentífera contribuyó al crecimiento económico y no se basaba, como se desprende de una comparación internacional de los salarios, en la explotación de los trabajadores (Dobado y Marrero, 2011; Dobado y García, en prensa) El protagonismo de la plata en el comercio hispano del Pacífico se aprecia fácilmente en cuanto se conoce la carga de los barcos que zarpaban de Acapulco. Sirvan de ejemplo los “caudales embarcados” con destino a Manila a mediados de la segunda mitad del siglo XVIII. 1770 Los “efectos y frutos”, o “géneros de la tierra”, de un valor mucho menor, consistieron principalmente en sombreros, grana, jabón, cobre, cacao, etc. Algunos de ellos revelan la existencia de un comercio intra-americano de escasa magnitud. Sus dimensiones, siempre modestas, debieron ser mayores en los comienzos y en los años finales del “Galeón”.Por lo que respecta a las importaciones realizadas por Acapulco, baste un solo, aunqueilustrativo, ejemplo. Entre la abundante documentación minuciosamente elaborada, en 1777, con anterioridad a que la fragata San José se hiciese a la mar, se halla el expediente que recoge el “abaluo” (sic) de “los géneros de mercancías” realizado en presencia del Gobernador y otras autoridades de las Filipinas, así como de los representantes del Consulado de Manila. Se trata de una evaluación de los precios de las mercancías transportadas en el Galeón. La lectura del texto 43 Marichal, 2006, p. 29. 44 Se ha prescindido de reales y granos. El Galeón de Manila aparece como una cornucopia de objetos orientales que satisfacían los deseos de las élites europea y americana de la Monarquía Hispánica, aunque, como se verá en breve, también los de no pocos súbditos de a pie. Sin ánimo de exhaustividad, entre los “géneros de mercancías” figuran desde abanicos (de concha, carey o marfil) hasta azúcar, pasando por alcanfor, canela, pimienta, nuez moscada,ruibarbo, incienso y sándalo.También encontramos una miríada de textiles de grados diversos de elaboración, algunos de ellos de nombres exóticos y en una amplia gama de calidades y precios: “bombasíes”, “azules de Lanquín” (por Nanquín), “piezas de Zaravar” (sic), “basquiñas de colores”, “colgaduras de cama completa sobre raso bordadas de seda”, “medias blancas de Cantón”, “medias de mujer”, “pañitos de paliacate (pañuelo de origen hindú ampliamente utilizado por los varones de las clases populares) encarnados”, piezas de paños de reboso (por rebozo, prenda típica en la indumentaria femenina), “pañitos de seda de veinte en pieza”, “seda torcida” (de varias procedencias y clases, entre ellas, predominantemente, Cantón) y “terciopelo”, entre otras. Los productos textiles componían el grueso de la carga del Galeón. Pero también aparece la inevitable porcelana: “medias baxillas (por vajillas) de losa encarnada de ciento veinte y cuatro piezas”, “ajaponadas (sic), “de losa azul”, “platos finos azules, y encarnados” y “ordinarios” El examen detallado del “ebaluo” revela algunas interesantes características del comercio efectuado mediante la “Nao de China” no mencionadas hasta ahora. Algunos productos presentan un amplio rango de calidades y precios. Así, encontramos canela de Ceilán, China y Zamboanga. La segunda costaba el doble que la primera, mientras que la cingalesa era un 25% más cara que la china. Las basquiñas “superfinas de colores” más que quintuplicaban en valor a las “ordinarias”. Las medias podían ser “de primera de Cantón” y “de segunda”, “de mujer de primera” y “de segunda”, “de mancebo”, “de niño” y “de capullo para niños”. Sus valores eran, respectivamente, 10, 8, 6, 5, 3, 2 y 0,75 reales de plata. Otros ejemplos podrían añadirse a los anteriores. Esta variedad de precios y calidades sugiere la adaptación de productores e intermediarios a una demanda heterogénea. La presencia de productos relativamente baratos sugiere que, pese a su encarecimiento en Nueva España, no todos los productos orientales transportados en el “Galeón de Manila” satisfacían exclusivamente el consumo de las élites. Algunos de ellos, como los paliacates (pañuelos coloridos embarcados en el puerto de Pulicat, cercano a Madras, de donde toman su nombre), eran baratos: los “pañitos de ocho en pieza” valían, siendo “ordinarios”, 6 reales. Más llamativo era el caso de la porcelana: el “millar de platos finos azules, y encarnados” se evaluaba en 600 reales; esto es, menos de un real por plato.47 Por entonces, el jornal de un trabajador no cualificado en la construcción ascendía a 3 reales. Se diría, pues, que, si bien, casi con toda seguridad, esporádicamente, especias, textiles y porcelana podían formar parte del consumo de los sectores no privilegiados de la población novohispana. Por otra parte, tras añadir a las transferencias públicas (los voluminosos “situados”) los costes de defensa y administración, construcción y reparación de buques, salarios de tripulaciones, etc. de la “Nao de China” y detraer los impuestos recaudados en concepto de exportación de plata y productos americanos y de importación de productos orientales(almojarifazgo y otros), cabe legítimamente preguntarse por la rentabilidad económica de esta ruta comercial -así como la de las Filipinas- para la Corona. Los precios del “abaluo” muestran también algo bien conocido: la eficiencia alcanzada en la Edad Moderna por China e India en la producción de ciertas manufacturas. Al menos en el caso chino, esa eficiencia se ha recuperado varios siglos más tarde, aunque en líneas de productos menos sofisticados, por ahora. Todo parece indicar que, con pequeñas variaciones, esta desigual composición (plata novohispana por productos asiáticos) del comercio entre Acapulco y Manila se asentó rápidamente en su comienzo y resistió tenazmente el paso de los siglos. Si para ésta parecen pesar más los objetivos estratégicos que los puramente económicos, no era ése –véase Cuadro 2, el caso de los comerciantes filipinos y novohispanos. panela Los productos asiáticos multiplicaban su precio a la llegada a Acapulco, a cuya feria comercial, celebrada durante el mes siguiente al que corría desde el ansiado atraque Del“Galeón”, acudían los comerciantes novohispanos, entre los que destacaban los grandes almaceneros de México, que disfrutaban de un gran poder de mercado. Por ejemplo, en 1774, dieciocho comerciantes del Consulado de México adquirieron los “géneros”, negociados por un total cercano a los 700.000 pesos: el que menos compró lo hizo por valor de más de 3.500 pesos; dos superaron los 150.000 y tres los 50.000 Concentrada era también la estructura mercantil de Manila, pese a las disposiciones existentes para extender los beneficios de la “Nao”a amplios sectores de la población “española”. Algunos de los intermediarios filipinos eran factores de los principales mercaderes novohispanos. En el registro de la fragata San José, que zarparía de Cavite en 1777 figuran 39 nombres en la “Nómina de Comerciantes”. El valor total asignado a las mercancías por ellos cargadas en “fardos, cajones y cajas” ascendía a casi 500.000 pesos. La cantidad individual menor es de 999 pesos. Las dos mayores ascienden a unos 60.000 pesos. La moda está algo por debajo de los 4.000 pesos (21 casos) y los restantes “comerciantes” envían entre algo más de 7.000 pesos y poco más de 40.000. Entre losbeneficiarios del comercio también aparecen, además de la oficialidad y los tripulantes del “Galeón”, algunas instituciones laicas y religiosas (Cabildo Catedralicio, Órdenes Religiosas, Cabildo de Manila, etc.) y numerosos residentes “españoles” de Manila (viudas, eclesiásticos, funcionarios civiles y militares, etc.) recibían las “boletas” que daban derecho “a gozar de buque en las naves de Acapulco”. Instituciones y residentes negociaban de alguna forma -existiría acaso un mercado secundario de “boletas”?- con los comerciantes su participación en el tráfico. No es este el lugar para extenderse en los detalles de un comercio “pacífico” que duró más de dos siglos y conoció algunas –más bien pocas- modificaciones sustanciales. En realidad, la permanencia de algunos rasgos esenciales entre finales del siglo XVI y del XVIII resulta llamativa y facilita un tanto nuestra tarea. Sólo podemos añadir algunas características no mencionadas hasta ahora.Los ingresos derivados de ella contribuían sustancialmente al sostenimiento de amplios sectores de la sociedad manilense. De ahí que la pérdida del “Galeón”, o su falta, en algún año constituyese una auténtica tragedia para la ciudad. Al mismo tiempo, el acceso a los beneficios del hiperregulado “Galeón” parece haber operado antes como desincentivo al esfuerzo individual y al progreso económico de las Filipinas que al contrario. De hecho, la mayor parte de actividades productivas eran desarrolladas en Manila por la nutrida población china y mestiza que, si había adoptado el catolicismo, residía en Binondo –tal vez el más antiguo “Chinatown” conocido, pues data de 1594- o, en caso contrario, en el Parián. A finales del siglo XVI se comerciaba también entreManila y El Callao (Lima), Realejo (Nicaragua) y el novohispano Huatulco. Las presiones de los comerciantes españoles y novohispanos lograron que se prohibiera, en 1591, el tráfico entre cualquier puerto americano, excepto Acapulco, y Manila. Desde la Península se forzó la supresión, en 1604, se forzó la supresión del comercio entre los virreinatos de Nueva España y Perú. Ambas prohibiciones se repitieron en años posteriores. Así, desde 1593, el comercio entre la América española y Asia consistió básicamente en el barco –ocasionalmente de gran tonelaje y casi siempre perteneciente a la Corona, no a particulares- que anualmente navegaba entre Acapulco y Manila. El conservadurismo regulatorio tras el espectacular logro inicial de conectar permanentemente el extremo oriental del Viejo Mundo –sediento de plata y excedentario en bellas manufacturas- con el Nuevo –productor de moneda de amplia aceptación y ávido consumidor de productos orientales- no es incompatible con ciertas concesiones al realismo. La principal de ellas es el progresivo aumento de los “permisos” que establecían, sobre el papel, el límite máximo a las mercancías y a la plata que saldrían, respectivamente, de Manila y Acapulco. Entre 1565 y 1592, no hubo regulación al respecto; desde 1593, se podían exportar a Acapulco 250.000 pesos en mercancías e importar a Manila 500.000 pesos en plata. En 1702, las respectivas cantidades se aumentaron hasta 300.000 y 600.000 pesos. En 1734, la primera fue elevada a 500.000 pesos y, como era habitual, al doble la segunda. (Valdés, 1997, p. 45). En 1769 (Yuste, 1984, p. 16) o 1776 (Schurtz, 1992, p. 162) se aumentaron a 750.000 y 1.500.000 pesos, respectivamente. Se trataba con la fijación de “permisos” de conciliar objetivos no siempre compatibles entre sí: emular a potencias más expansivas en Asia; limitar la competencia de algunos productos asiáticos con otros de peninsulares o novohispanos y la salida de plata; maximizar los beneficios de los grupos comerciales instalados a uno y otro lado del Atlántico y del Pacífico; asegurar la presencia en Asia suroriental. Nunca podrá saberse el grado de cumplimiento de la normativa. En cualquier caso, desde mediados del siglo XVIII, al igual que ocurrió con el comercio entre España y América, nada sería igual. Martínez Shaw (2007) ha mostrado los hitos de la transformación liberalizadora del sistema comercial del Pacífico español que siguió a la ocupación inglesa de Manila en 1762-1764 en el marco del reformismo ilustrado. En esencia, el gran cambio consistió en romper con el principio de “un buque y dos puertos”. Así, progresivamente, fueron haciéndose por el gobierno concesiones que significaron la apertura de rutas que conectaron los puertos de la Monarquía Hispánica con Asia (por ejemplo Cádiz o El Callao con Manila) a través de nuevos derroteros (vía el cabo de Buena Esperanza o el de Hornos). Entre 1765 y 1784 diversas expediciones fueron enviadas desde la Península al Pacífico con fines geográficos y estratégicos. Tantearon la posibilidad de una conexión directa con Filipinas. El Decreto de Libre Comercio de 1778 tuvo efectos limitados en el Pacífico. El gran golpe al monopolio del “Galeón” llegaría en 1785, cuando fue creada la Real Compañía de Filipinas, que obtuvo en exclusiva el comercio directo de España y Suramérica con Asia, Filipinas incluida. Especias, porcelanas, sedas y otros textiles, lacas, marfiles y la novedad del té comenzaron a llegar directamente a España. Al poco, la Compañía ampliaría su presencia en Asia mediante el establecimiento de factorías en India y China y logró evitar la escala forzosa en Manila. Por entonces, su puerto se había convertido en uno de los más importantes de Asia, ya que había sido abierto al comercio internacional en 1789: “Manila alcanzó su época cenital, registrando la presencia en sus puertos de barcos de todas las bandera (…) y procedentes de todos los puertos de Asia.” El “Galeón de Manila” fue suspendido oficialmente en 1815. Resulta difícil exagerar su contribución a la globalización comercial y artística de la Edad Moderna, especialmente hasta bien entrado el siglo XVII. Una idea de su importancia puede darla el hecho de que, como señala Marichal, mucha de la inmensa producción de plata americana “was destined for the Chinese marketplace.” Más precisamente, este autor, apoyándose probablemente en Schurtz (1992), sugiere que la cantidad de plata que cruzó el Pacífico desde Nueva España a China, con la intermediación de Manila, fue de dos millones de pesos anuales. Durante el siglo XVI y comienzos del XVII, no toda la plata era de procedencia novohispana, sino que también llegaba desde el Virreinato de Perú No debe, pues, extrañar el halo de riqueza que rodeaba al “Galeón de Manila” en la consideración de los contemporáneos. La comparación entre las poblaciones implicadas en el comercio asiático es reveladora de la importancia relativa del mismo: mientras que Holanda y Inglaterra sumaban más de 23 millones de habitantes (casi 65 millones con Francia) en 1820, España contaba con menos de 13 millones, Nueva España no llegaba a 7 millones y toda Hispanoamérica rodaba los 21 millones.Ahora bien, las cifras propuestas por los autores citados más arriba tal vez sean aproximaciones por exceso. Cálculos por defecto, basados en el supuesto de que los “permisos” oficiales reflejan adecuadamente la realidad, arrojarían resultados que sitúan la proporción del comercio entre Acapulco y Manila respecto a las re-exportaciones europeas de plata a Asia por la vía de El Cabo entre máximos de casi un tercio y más de un cuarto en 1651-1675 y 1775 1800, respectivamente, si aceptamos las cifras de Barret, y mínimos por debajo del 15% y declinantes a largo plazo, cuando se dan por buenas las de Attman.Antes de mediados del siglo XVII, todo sugiere que esa proporción tuvo que ser mucho mayor. Sin embargo, más tarde, la capacidad de crecimiento del comercio euroasiático realizado por las compañías privilegiadas holandesa (VOC) e inglesa (EIC) resultó mayor que la del “Galeón de Manila”, a juzgar por las cifras ofrecidas por Prakash (2004), especialmente antes de las reformas borbónicas de la segunda mitad del siglo XVIII. Antes de mediados del siglo XVII, todo sugiere que esa proporción tuvo que ser mucho mayor. Sin embargo, más tarde, la capacidad de crecimiento del comercio euroasiático realizado por las compañías privilegiadas holandesa (VOC) e inglesa (EIC) resultó mayor que la del “Galeón de Manila”, a juzgar por las cifras ofrecidas por Prakash (2004), especialmente antes de las reformas borbónicas de la segunda mitad del siglo XVIII. No se trató, pues, ni mucho menos, de un episodio anecdótico, incluso en términos puramente cuantitativos, de la historia económica mundial de la Edad Moderna, especialmente afines del siglo XVI y comienzos del XVII, cuando los contactos comerciales europeos con Asia,con la excepción de Portugal, eran todavía mucho menores de lo que llegarían a ser en el XVIII.No obstante, el “Galeón de Manila” no ha recibido toda la atención que merece en la bibliografía académica internacional. Este breve ensayo aspira a resaltar el protagonismo hispano en la temprana globalización del comercio y el arte durante la Edad Moderna. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS ALONSO, L. (2012): “La ayuda mexicana en el Pacífico: socorros y situados en Filipinas,1565-1816”. MARICHAL, C. y VON GRAFENSTEIN, J. (coords.): El secreto del ImperioEspañol: Los situados coloniales en el siglo XVIII., México: El Colegio de México. BERG, M. (2004): “In Pursuit of Luxury: Global History and British Consumer Goods in theEighteenth Century” en Past and Present, 182: pp. 85-142. BERNSTEIN, W. J. (2008): A Splendid Exchange. How Trade Shapped the Word, Nueva York:Grove Press. BOLINIAN, M. A. (2012): El pacífico hispanoamericano: política y comercio asiático en el imperio español, 1680-1784. La centralidad de lo marginal. México: El Colegio de México. BROOK, T. (2008): Vermeer’s Hat, Londres: Profile Books.

domingo, 8 de febrero de 2015

LA ALTERNATIVA: ECONOMÍA SOLIDARIA NO CAPITALISTA QUE CONTEMPLE EL INTERCAMBIO ENTRE EL HOMBRE Y SU ENTORNO NATURAL Y SOCIAL

TOMADO DE: HTTP://WWW.BOLPRESS.COM/ART.PHP?COD=2012082804 LA ALTERNATIVA: ECONOMÍA SOLIDARIA NO CAPITALISTA QUE CONTEMPLE EL INTERCAMBIO ENTRE EL HOMBRE Y SU ENTORNO NATURAL Y SOCIAL Economía social y derechos humanos: Conexiones teóricas y posibilidades prácticas Cristina Saraiva y Andrés Guzmán * En el presente documento se identifican algunas directrices para lograr establecer las relaciones necesarias y posibles entre el discurso de los derechos humanos y los postulados de la economía social y solidaria, se espera que a partir de estas ideas se contribuya a un debate aun incipiente y se logre la apertura hacia nuevos marcos analíticos e interdisciplinarios que de forma más especifica ayuden a consolidar estas relaciones. Condiciones subjetivas que facilitan el avance de una conciencia sobre los derechos humanos y el rol de la profundización de las prácticas de la economía solidaria en este proceso. Si en una sociedad están presentes al menos los siguientes comportamientos y pautas de conducta expresadas en principios, podría fortalecerse una política de derechos humanos que se aproxime a su satisfacción, de igual forma, se parte del presupuesto de que comportamientos sociales o pautas opuestas a las expuestas, dificultarían este proceso. La concepción integral del ser humano La comprensión de los derechos humanos y del sistema económico, debe incorporar una concepción del ser humano que dé cuenta de su complejidad e interdependencia con los demás y del medio ambiente. Literatura contemporánea ha puesto de manifiesto que desde la escuela neoclásica y desde la concepción formal de la economía, la concepción del individuo como un sujeto que opera bajo la racionalidad estratégica e instrumental, es un reduccionismo que conlleva a considerar que estos operan como seres aislados que solo atienden a intereses egoístas (Hinkelammert & Mora, 2009; Coraggio, 2011) idea que ha desencadenado en un modelo económico que ha hecho crisis, en la medida en que ha orientado las instituciones sociales hacia el funcionamiento de los mercados, mientras que la mayoría de la población tiene sus necesidades básicas insatisfechas y el medio ambiente se deteriora de los derechos humanos, tales como la profundización de los sistemas democráticos, el reconocimiento de la igualdad material, la protección del medio ambiente y en general la aceptación de la idea de que el interés privado debe ser limitado en aras de, no solo la satisfacción del interés colectivo y de los derechos económicos sociales y culturales, sino incluso de la realización de los derechos individuales de todas las personas. Democracia sustantiva Una democracia sustantiva o material se distingue de una democracia formal o nominal al menos por la presencia de dos principios, el primero se relaciona con la concepción de igualdad diferencial o material en oposición a la igualdad formal, y por otra parte el principio de participación, en oposición a la participación mediante representación. La inclusión de estos principios pretende por una parte, reconocer que algunos sujetos no cuentan con las condiciones materiales necesarias para lograr el goce efectivo de sus derechos, es decir, que se encuentran en una situación de vulnerabilidad mayor, que requiere del Estado y de la sociedad, un tratamiento diferencial que les permita superar esas condiciones adversas y equipararlos a las condiciones de otros sujetos con el fin de que logren realizar sus derechos de forma efectiva; esto implica por ejemplo en el ámbito económico, ejercer un control sobre la economía de mercado e imponer límites a la voluntad privada. Por otra parte, la consagración de la participación directa, pretende que las personas se involucren de forma efectiva en los procedimientos que llevan a la toma de decisiones sobre asuntos que los afectan ya sea en el ámbito local, nacional o regional; si se concibe la economía desde una dimensión sustantiva, los ciudadanos deberían gozar de estas prerrogativas para poder supervisar e intervenir en los debates en torno al diseño, implementación y ejecución de políticas públicas encaminados ala resolución de sus necesidades fundamentales. La distinción entre necesidades humanas fundamentales y satisfactores Desde las teorías del desarrollo humano y de la economía social y solidaria, se cuestiona uno de los pilares de la teoría neoclásica y en general de la aproximación formal a la economía, y es el del carácter ilimitado de las necesidades humanas, y de la confusión conceptual entre necesidades y mecanismos de satisfacción de esas necesidades (Laville, 2009). Precisamente desde estos enfoques alternativos, como el que propone la economía social y solidaria, se advierte que las necesidades son finitas, que estas se encuentran íntimamente relacionadas no solo con aquellas que garantizan la subsistencia física o biológica de la especie, sino que también incluyen aquellas de carácter antropológico como en el caso de las que abarcan la dimensión afectiva y espiritual (Hinkelammert & Franz, 2009). La aceptación de esta distinción, conlleva el reconocimiento de la complejidad del ser humano y sienta las bases de la organización del sistema económico en aras de la satisfacción de estas necesidades a partir de la incorporación de una concepción sustantiva de la economía, es decir, la economía puede edificarse como un sistema compuesto por instituciones, normas, principios, prácticas y sujetos que mancomunadamente contribuyen a la satisfacción de estas necesidades entendidas también como derechos humanos. Repensar las necesidades humanas como derechos enriquece la concepción que se tiene sobre los derechos humanos e invita a una reflexión más específica sobre las formas y posibilidades para su institucionalización y realización. La interiorización de un concepto de economía sustantiva Desde una concepción sustantiva se hace referencia a la materialidad, la interacción entre los hombres y de ellos con la naturaleza, y el proceso institucionalizado a través del que adquiere forma la economía real (Laville, 2009). Donde también tienen lugar las prácticas sociales, el trabajo y los demás mecanismos adoptados por las comunidades para organizar la producción entorno a los procesos de producción, distribución, circulación y consumo que pretenden satisfacer las necesidades humanas, consideradas como aquellas encaminadas al ejercicio de la vida humana; en donde el mercado pasa a ser solo uno de los mecanismos para lograr esto. Si el Estado orienta sus políticas según un concepto de economía sustantiva, que tenga en cuenta los principios de la solidaridad, justicia social y redistribución de la riqueza, se lograría que los ciudadanos tuviesen mayor participación en las decisiones que los afectan y en la definición de los procesos de identificación de necesidades y de mecanismos para satisfacerlas; de esta forma, una concepción sustantiva de la economía conlleva a una ampliación de los canales democráticos y a la inclusión de nuevos actores sociales en la adopción e implementación de las medidas económicas encaminadas a su satisfacción. Principios éticos en la actividad económica Tomando como base lo mencionado anteriormente, la centralidad del ser humano en la organización de la vida económica conlleva a la búsqueda de la realización de las pautas de comportamiento encaminadas a una economía social y solidaria en oposición a una economía individualista y egoísta. Siguiendo a Polanyi, al menos este conjunto de principios éticos podrán ser orientadores de una práctica económica alternativa, que en todo caso deben ser incorporados al conjunto de principios que rijan en sentido estricto la práctica económica: ética del buen vivir o ética de la responsabilidad, que implica la acción solidaria de los sujetos; el reconocimiento de la otredad; el respeto por la naturaleza y la satisfacción de la libertad positiva, mediante la participación directa de la ciudadanía en las decisiones políticas y económicas. Esta concepción ética es contraria a la que propone una ética de la reproducción ampliada del capital privado o ética de la irresponsabilidad, que se basa en la acción estratégica, el individualismo egocéntrico y la asimilación de la libertad únicamente a su dimensión negativa. Luego de caracterizar algunas condiciones subjetivas que podrían fortalecer una concreción de los derechos humanos, a continuación se enuncian algunos ventajas que tendría la profundización de los principios de la economía social y solidaria en este proceso. Institucionalización de condiciones subjetivas para la realización de derechos humanos La alternativa que se propone desde la economía social y solidaria, permite la incorporación del pensamiento crítico, así como el establecimiento de las bases de una economía no capitalista que tenga un punto de partida humanista, en el que se mantenga el respeto por el medio ambiente y el uso responsable de los recursos naturales, mediante mecanismos democráticos que permitan la toma de decisiones sobre estos asuntos. Este proceso de institucionalización puede enriquecerse si se concibe que los derechos humanos se encuentran integrados a los principios que rigen los procesos económicos y si las necesidades humanas desde una perspectiva económica, pueden ser asimiladas a derechos. La transformación institucional de estas ideas, es un proceso lento y difícil que tiene que ver con las dinámicas culturales y los contextos sociales; desde la economía social y solidaria se han propuesto una serie de principios éticos y económicos encaminados a su institucionalización paulatina en la sociedad, estos se constituyen en las directrices y los lineamientos que deberán orientar las estrategias de cambio y las medidas especificas que permitan ir consolidando paulatinamente un orden económico alternativo. Dicha institucionalización se efectúa a partir de tres niveles de prácticas: i) un nivel micro, en donde los principios y las prácticas reguladores/orientadores de la economía social y solidaria operan en la resolución inmediata de problemas particulares, a partir de los llamados emprendedores; ii) en un segundo nivel, denominado de nivel meso, en el que se generan reglas y una cadena de valores que ayuda a los sujetos colectivos a organizar el nivel micro y que a su vez implica, en la mayoría de las veces, la creación de subsistemas de concreción de la economía social y solidaria y de sus principios, operando a un nivel territorial más orgánico y en algunos casos en un nivel comunitario y iii) en un tercer nivel, denominado sistémico, en donde ya existe una organización social y política en la que prexiste un sistema de normas que orienta las prácticas micro y meso, mediante la adopción y formulación de políticas más amplias, que operan con estos principios de forma transversal. En síntesis, la economía social y solidaria invita a reflexionar en torno a las posibles conexiones entre el discurso de DDHH y la economía, para que ésta última se oriente hacia su realización, dicha reflexión implica una revisión profunda de las prácticas institucionales y sociales en los tres niveles mencionados. Finalmente, la articulación paulatina de los mismos, contribuye a la concretización de un sistema económico alternativo que adopte unas dinámicas diferentes a las del sistema hegemónico que privilegia las relaciones de mercado, solo de esta forma, se puede contribuir a un mecanismo de satisfacción de las necesidades humanas que se corresponda con una visión integral de los derechos y la adopción de un punto de partida humanista. Relaciones entre DDHH y economía Para abordar las relaciones entre economía y derechos humanos podemos tomar diferentes puntos de partida: Así por ejemplo, en la actualidad existe un consenso en torno a la idea de circularidad e interdependencia entre los regímenes democráticos y la vigencia de los derechos humanos en el que se considera que los primeros son condición para el ejercicio de los segundos y a su vez, que éstos se encargan de fortalecer la estabilidad democrática. En otras palabras, la realización de los derechos humanos requiere de una estructura y organización institucional que los haga efectivos, esta institucionalidad es de carácter político como en el caso de los regímenes democráticos; sin embargo también se requiere de una institucionalidad económica que los haga posible. Los derechos humanos inicialmente pueden entenderse como una serie de principios de justicia que se encuentran incorporados en los instrumentos normativos de derechos humanos en el derecho internacional o que pueden reconstruirse a partir de la interpretación y aplicación de estos instrumentos, el carácter de normas jurídicas, implica que su exigibilidad tiene carácter vinculante para los Estados. En un sentido más amplio, los derechos humanos no son solo un conjunto de obligaciones jurídicas que deben cumplir los Estados, sino que son un conjunto de prescripciones políticas y morales que se convierten en el fundamento de las políticas públicas y de las acciones emprendidas por los sujetos individuales y colectivos para realizar sus aspiraciones e intereses de justicia en términos de derechos; de allí que los derechos humanos puedan entenderse también “desde abajo”. Como lo demuestra Rajagopal, la perspectiva de los derechos humanos “desde abajo”, permite valorar de forma adecuada el papel de los movimientos sociales como factor determinante en la resistencia del tercer mundo contra las construcciones discursivas del derecho internacional de origen colonial, incluidas las referentes a los derechos humanos yal desarrollo, a partir de la re-significación y politización de estos discursos en el ámbito delo local de acuerdo con la relaboración de un concepto de la dignidad que escapa a la generalidad y abstracción propias de las declaraciones de derechos humanos, y a la especificación de las reivindicaciones de acuerdo al contexto socio-cultural particular. Así las cosas la mirada “desde abajo” también diluye la idea de la existencia de un discurso unívoco en torno al sentido de los derechos humanos, por el contrario, este puede convertirse en un dispositivo de los movimientos sociales para la generación de nuevas prácticas contra hegemónicas. Por otro lado, retomando a Polanyi, la economía, puede entenderse en sentido sustantivo como un proceso que tiene origen en la dependencia del hombre respecto a la naturaleza y a sus semejantes para asegurar su supervivencia; “remite al intercambio entre el hombre y su entorno natural y social”. En donde su subsistencia depende de la naturaleza y de los demás hombres; y en el que mediante un proceso institucionalizado, obtiene los medios para satisfacer sus necesidades materiales a través de interacciones sociales y con el entorno natural (Laville, 2009). De allí que entender la economía como un proceso de integración por cuenta de la sociedad implica una institucionalización de las actividades de producción, distribución, circulación y consumo de los miembros de la sociedad para lograr reforzar su cohesión y garantizar su reproducción (Coraggio, 2009). De allí que los derechos humanos como principios de justicia que aluden a una idea de la dignidad humana, mantengan una estrecha relación e interdependencia con la economía, principalmente en el ámbito de su realización en un contexto histórico y social específico. Ya que de la forma en que se establezca la organización de la producción, distribución, circulación y consumo de los miembros de la sociedad, depende el nivel de realización delos derechos. Rápidamente podrían establecerse otras relaciones entre DDHH y economía, y es con la correspondencia que pueden tener los conceptos de necesidades humanas fundamentales” con los “derechos humanos fundamentales”, así por ejemplo una necesidad de subsistencia como la de disponer de alimentos suficientes, encuentra su manifestación jurídica en el derecho a la alimentación; en ambos casos el sistema económico debe originar respuestas encaminadas a la satisfacción de dicha necesidad que a su vez se constituye en un derecho humano, en uno y otro caso las instituciones estatales están obligadas a orientar su accionar hacia su realización. De acuerdo con esto, otra relación posible entre los DDHH y la economía viene dada por el carácter universalista de los derechos humanos y de las necesidades fundamentales, es decir, independientemente del contexto histórico y cultural especifico de cada sociedad, es evidente que si a los individuos no se les garantizan unas condiciones materiales básicas, no podrían sobrevivir, o su supervivencia sería indigna. En ambos casos se trata de identificaren que consiste ese núcleo básico de derechos y de necesidades y qué satisfactores potencializan su realización y cuales lo obstaculizan. DDHH desde una concepción formal y sustantiva La concepción formal de la economía corresponde a su vez a una concepción formal de los DDHH, en ambos casos la comprensión de los DDHH desde este enfoque resulta limitada y restringida a la defensa de las libertades individuales defendidas principalmente por el pensamiento liberal y utilitarista. Por otra parte, una concepción sustantiva de la economía se corresponde con una visión de los DDHH entendida como integralidad e interdependencia, equiparable a los postulados de la teoría social del Estado, propia del constitucionalismo contemporáneo que propende por el reconocimiento y exigibilidad delos derechos económicos sociales y culturales en igualdad de condiciones con los derechos civiles y políticos. La filosofía liberal individualista parte de que solo existe una dimensión de la libertad, la libertad negativa, en la que las personas pueden actuar sin interferencias ajenas, considera demás que la propiedad es un elemento decisivo para amparar esta libertad en tanto que proporciona una esfera reservada para ejercer la autonomía; de acuerdo a esto se sostiene que las funciones esenciales del Estado deben ser las de amparar esa libertad y salvaguardarla propiedad. Por otra parte, defiende la idea de que el mercado es el principio óptimo de regulación social, en el que mediante el consenso, los individuos libremente establecen mecanismos para preservar cierto orden espontáneo; a partir de este planteamiento se derivan como deberes fundamentales del Estado amparar la libre iniciativa privada y garantizar el cumplimiento de los contratos, condiciones que permiten un desarrollo armónico del mercado. Desde esta perspectiva, el Estado justo es aquel que protege el mercado y a los individuos de la violencia, y el hurto; así las cosas, otro tipo de medidas como la adopción de políticas redistributivas, son consideradas contraproducentes y autoritarias en la medida en que estas solo podrían implementarse sin el consentimiento del afectado, lo cual resultaría ser un atentado contra su libertad; en consonancia con estos planteamientos, desde la filosofía liberal, los derechos liberales son, en principio, incompatibles con los derechos sociales (Rodríguez & Uprimny, 2003). Como se puede observar, esta aproximación a los derechos desde la filosofía liberal se ajusta a la definición formal de la economía, en la medida en que bajo ésta se naturaliza al mercado como mecanismo de satisfacción de necesidades que a su vez se consideran ilimitadas, y hace prevalecer la dimensión individualista bajo la cual se comprende al hombre como un ser egoísta que pretende realizar sus intereses estratégicos, como consecuencia de esto se concibe que el valor se encuentra en los bienes susceptibles de ser apropiados en el mercado (Laville, 2009). Por el contrario, desde una concepción sustantiva de la economía como se pudo apreciar en el apartado inmediatamente anterior, se efectúa una aproximación “que hace referencia a la materialidad, la interacción entre los hombres y de ellos con la naturaleza, y el proceso institucionalizado a través del que adquiere forma la economía real” (Laville, 2009, Pp 5). Bajo el cual se valora también las prácticas sociales, el trabajo y los demás mecanismos adoptados por las comunidades para organizar la producción en torno a los procesos de producción, distribución, circulación y consumo que pretenden satisfacer las necesidades humanas, ya no consideradas como ilimitadas o únicamente de carácter individual orientadas por un calculo instrumental y estratégico, sino como aquellas consideradas fundamentales para el ejercicio de la vida humana; el mercado pasa a ser solo uno de los mecanismos para lograr esto y se le considera un fenómeno social. Esta aproximación es compatible con una concepción integral de los derechos humanos, que amplía el catálogo de derechos hacia la realización no solo de los derechos individuales sino también hacia el ámbito de los derechos sociales, económicos y culturales que tienen como sujeto de protección no solo a los individuos sino a los grupos y al medio ambiente. Desde esta perspectiva el interés egoísta de los individuos debe ceder ante las prerrogativas de justicia de las mayorías desposeídas, de quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad y adopta mecanismos para garantizar que la igualdad ante la ley promovida por la filosofía liberal realmente sea efectiva, proporcionando las condiciones materiales necesarias para su realización, que en términos económicos sería la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales de todas las personas. Para esto, se exige del Estado que intervenga en la economía, que establezca mecanismos de redistribución de la riqueza y que garantice que la producción de bienes se efectúe de manera responsable con el medioambiente y los recursos naturales para hacerla sostenible; además implica promover la participación de las personas en la adopción de las decisiones económicas Institucionalización de los procesos económicos, economía social y solidaria y sistema de DDHH La economía social y solidaria es una alternativa teórica y epistemológica para reflexionaren torno a la solución de la crisis que ha desencadenado el modelo capitalista y que tiene sumidos en la pobreza y la exclusión social a la mayoría de la población, mientras que el medio ambiente se deteriora de forma grave. La alternativa que se propone desde la economía social y solidaria, permite la incorporación del pensamiento crítico y fundar las bases de una economía no capitalista que tenga como punto de partida el ser humano, quesea responsable con el medio ambiente y cuyas decisiones sean adoptadas de forma democrática. La búsqueda de alternativas implica transformaciones, a su vez estas son complejas y en su mayoría son lentas, abordan aspectos como la cultura y los contextos sociales; desde la economía social y solidaria se han propuesto una serie de principios éticos y económicos encaminados a su institucionalización paulatina en los procesos sociales, estos se constituyen en las directrices y los lineamientos que deberán orientar las estrategias de cambio y las medidas especificas que permitan ir consolidando paulatinamente un ordene económico alternativo. Las instituciones económicas al ser históricas, también están mediadas por las prácticas y los comportamientos de los agentes sociales y de las organizaciones mediante las cuales opera el sistema, tales como las empresas de capital, cooperativas, empresas públicas, sistemas domésticos de reproducción, entre otros. La propuesta desde la economía social y solidaria parte de la institucionalización de los principios de una nueva organización social de la economía bajo la cual se logre la integración social a partir de la reciprocidad, la redistribución y el intercambio, el cual no se concibe únicamente como el que tiene lugar en el mercado como ocurre con el modelo hegemónico actual, sino que incluye también el que esta dado según las costumbres o el que se encuentra administrado; de igual forma incluye la producción para el uso propio, como sería el caso de las labores domésticas (Coraggio, 2011). La reflexión que surge desde los postulados de la concepción sustantiva de la economía, entendida como un sistema de principios, instituciones y prácticas de producción, distribución, circulación y consumo dirigidos a asegurar la satisfacción de las necesidades de todos, se constituye en un aporte valioso para la satisfacción principalmente de derechos económicos, sociales y culturales, cuyo fundamento conceptual se encuentra en valores como la igualdad material, la dignidad humana, la solidaridad, la redistribución, el reconocimiento de la diversidad étnica y cultural, entre otros. En el proceso de institucionalización los principios económicos que deben guiar el sistema tendrían cierta correspondencia con los derechos humanos, en la medida en que se constituyen en dimensiones específicas de su realización, en este sentido la ética de la reproducción ampliada, la del buen vivir y la de la responsabilidad serían algunos ejemplos. La teoría de las necesidades de Neef y la realización de los derechos humanos La revolucionaria obra de Max Neef, Elizalde y Hopenhayn significó un cambio de paradigma en la comprensión del desarrollo, ya que propuso que este no se comprendiera únicamente como la obtención del crecimiento económico sino que se basara en aspectos como las personas y en el mejoramiento de su calidad de vida. Hoy, a pesar de la consagración de los principios del desarrollo a escala humana por cuenta de Naciones Unidas en 1990, sus planteamientos siguen teniendo una gran vigencia; particularmente porque el modelo económico hegemónico se encuentra en constante crisis ante su inminente ingobernabilidad social e insostenibilidad ambiental y ecológica. Ante esta crisis, la propuesta planteada por estos autores de rastrear el proceso de creación, mediación y condicionamiento entre necesidades, satisfactores y bienes económicos; así como la distinción entre necesidades (Infinitas, pocas y universales) y satisfactores (determinados cultural e históricamente), permite reflexionar entorno a las alternativas que se requieren para salir de la crisis, facilitando la toma de decisiones de forma colectiva y democrática para la determinación de los satisfactores sinérgicos y de esta forma lograr una sociedad mas justa que preserve la naturaleza y que permita una producción sostenible y razonable. En el contexto latinoamericano ante los inminentes fracasos del desarrollismo y del neoliberalismo como remedios ante la crisis, el desarrollo a escala humana pretende transformar la principal carencia que estos no han logrado resolver, la de la insatisfacción de las carencias de la población mayoritaria; mediante una perspectiva orientada hacia la debida satisfacción de las necesidades humanas a través de la generación de niveles de auto dependencia y articulaciones orgánicas entre los seres humanos, la naturaleza y la tecnología, así como los comportamientos globales con los locales. Lo anterior debe propiciarse a partir de un mayor protagonismo de las personas que fomenten la autonomía y la diversidad, es decir en un contexto democrático. Este ultimo componente evidencia que desde esta perspectiva se busca la profundización de la democracia, a través de una participación directa y horizontal de los ciudadanos para contrarrestar la perspectiva dominante en donde ha predominado el paternalismo y una política “De arriba hacia abajo”. Desde esta perspectiva, las necesidades humanas se entienden como un sistema en las que éstas son interdependientes, se interrelacionan e interactúan y pueden desagregarse en categorías existenciales y axiológicas. Estas categorías permiten incluir una clasificación de necesidades de ser, tener y estar que pueden combinarse en una matriz con las de subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad. Los satisfactores de estas necesidades pueden ser muy variadas y responder a diferentes tipos de necesidades. A partir de esta distinción conceptual se formulan un par de reglas: “Primero: Las necesidades humanas fundamentales son finitas, pocas y clasificables. Segundo: Las necesidades humanas fundamentales (como las contenidas en el sistema propuesto) son las mismas en todas las culturas y en todos los períodos históricos. Lo que cambia, a través del tiempo y las culturas, es la manera o los medios utilizados para la satisfacción de las necesidades” (Neef, 198 6: 23). Los autores también plantean que las necesidades humanas se comprenden de forma simultánea como carencias y como potencialidades, con el fin de abarcar la complejidad humana. La satisfacción de estas necesidades fundamentales humanas, se realiza mediante diferentes estilos y mecanismos de acuerdo con los diferentes sistemas políticos, sociales y económicos y a través de diferentes generadores de satisfactores. Lo que varía en cada cultura es la calidad y la cantidad de satisfactores, y/o las posibilidades de los sujetos para acceder a estos. Las necesidades fundamentales no se encuentran determinadas culturalmente, si lo están, los satisfactores de dichas necesidades. Existen diferentes niveles e intensidades de satisfacción de necesidades cuya determinación dependerá del contexto, de las circunstancias, el tiempo y lugar; con uno mismo, con el entorno social y con el medioambiente. De ésta forma, la metodología propuesta por esta aproximación teórica, permite articular las necesidades humanas con los derechos humanos reconocidos por el derecho internacional de los derechos humanos, de igual forma, se constituye en una herramienta importante para reflexionar desde lo local en torno a la forma de priorizar y de alcanzar la producción de determinados bienes para la consecución de los satisfactores de esas necesidades pero deforma democrática y participativa, fomentando la auto dependencia. Aportes de la economía social y solidaria a la concepción de los DDHH En términos generales, de los contenidos abordados se pueden extraer significativos aprendizajes para enriquecer la comprensión de los derechos humanos: En primer lugar, desde los postulados de la economía social y solidaria, así como de la teoría del desarrollo humano y de las necesidades humanas fundamentales; es posible fundamentar la pertinencia y la importancia de los derechos humanos en la actualidad; no simplemente como un discurso ético, sino como un conjunto de principios que de ser aplicados y articulados a andamiajes institucionales específicos, pueden generar transformaciones positivas en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas y en el fortalecimiento de los procesos de democratización de las sociedades actuales, que cada vez mas se encuentran menos cohesionadas. En segundo lugar, y en correspondencia con la idea anterior, las reflexiones expuestas, permiten poner en evidencia la brecha existente entre los discursos de los derechos humanos y los sistemas políticos y económicos actuales. Esta brecha se evidencia en las tensiones que se generan entre la búsqueda de la democracia y de la realización de los derechos humanos universales mediante un sistema económico capitalista basado en la razón instrumental estratégica, la destrucción del medio ambiente, la desigualdad económica y social, y una producción irresponsable. Al tomar conciencia de estas tensiones se va forjando una conciencia critica encaminada a buscar alternativas para el diseño y la puesta un marcha de un sistema económico basado en la satisfacción de las necesidades humanas y que sea responsable con el medio ambiente, así como con los sujetos colectivos; es decir, un sistema económico que se acerque a la realización del carácter universal de los derechos. En tercer lugar, a partir del seminario, se puede concluir que las tensiones identificadas, tienen origen en un concepto del desarrollo que es bastante restringido, ya que se circunscribe a la idea de la obtención del crecimiento económico y al fortalecimiento de las economías de mercado; esta idea ha contribuido a la deshumanización de la política y de la economía y ha intensificado la acción del Estado para que sea funcional a estos fines sin medir los altos costos en el mediano y corto plazo que han tenido la desintegración social y el daño medioambiental, así como el retroceso en la efectividad de los derechos humanos de carácter social y colectivo. Desde la economía social y solidaria se observa que el desarrollo humano puede ser compatible con la idea de un sistema económico alternativo y que la interiorización de sus principios y prácticas en las instituciones y en general en los procesos de organización del proceso económico, pueden conllevar a una transformación del rol del Estado que atienda a las prerrogativas contempladas en materia de derechos humanos y en su cumplimiento progresivo. Por último, podría decirse que tal y como se sostuvo al comienzo del texto, hoy se entiende que la democracia y los derechos humanos tienen una relación de reciprocidad, en la que el avance de la una, conlleva a la realización de los otros y viceversa, pues bien, la propuesta de un sistema económico alternativo y basado en el ser humano alberga un sinnúmero de potencialidades democráticas al reconocer practicas, bienes, y medios desplegados para la satisfacción de las necesidades, además reconoce un papel importante de las comunidades en la toma de decisiones asociadas a estos aspectos. La inmersión paulatina de las prácticas democráticas en el sistema económico también tiene un efecto positivo en la realización delos derechos humanos. * Cristina Isabel Saraiva Coelho es docente de la Universidad de Lisboa y Andrés Mauricio Guzmán Rincón, abogado y magíster en Derecho de la Universidad Nacional de Colombia; becario actual de la maestría internacional en derechos humanos y democratización de la Universidad Nacional de San Martin. Fuente: Dossierde los Derechos HumanosNº31.doc, Instituto Prisma.