martes, 17 de marzo de 2015

El gobierno de los bienes comunes

Tomado de: https://racionalidadltda.wordpress.com/2015/03/16/el-gobierno-de-los-bienes-comunes-una-solucion-alternativa-para-la-sostenibilidad-de-los-recursos-naturales/ El gobierno de los bienes comunes: Una solución alternativa para la sostenibilidad de los recursos naturales Publicado el marzo 16, 2015 por experimentosemar • Publicado en Aplicaciones • Deja un comentario 1077 Andrea López Alba “El intento de quienes forman parte de un colectivo por racionalizar el uso de sus recursos lleva al uso irracional de dichos recursos”. Garrett Hardin Elinor Ostrom fue una politóloga estadounidense, profesora de Ciencia política y codirectora del “Workshop in Political Theory and Policy Analysis” en la Universidad de Indiana, en Bloomington, Estados Unidos. Ganó el Premio Nobel de Economía en 2009, siendo la primera mujer en obtenerlo en este campo. El análisis de la gobernanza económica, especialmente de los bienes comunes, la hizo merecedora de ello junto a Oliver E. Williamson. Ostrom se destacó en el campo de la Nueva Economía Institucional por sus estudios sobre acción colectiva, evolución de instituciones y su supervivencia a largo plazo. El legado para la sociedad fue conservar el medio ambiente para garantizar la supervivencia de todas las especies, incluyendo la humana. Esta premisa tomó aún más reconocimiento para el mundo en la Cumbre de la Tierra en Rio de Janeiro en 1992, organizada por la ONU. En esta se hizo la Declaración sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo que como primer principio concibe que “los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza”, para lo que es imprescindible el desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente como parte del proceso de desarrollo, de una manera conjunta. Sin embargo, el problema que detectan algunos teóricos (Hardim G., Ostrom E.) en este sentido es la incapacidad de los individuos y colectivos como sujetos sociales para administrar eficientemente los recursos, tanto del punto de vista ecológico como del económico. De hecho lo que se observa son cada vez amenazas de destrucción de un recurso natural valioso (Ostrom, 2000) o las consecuencias que se sufren en las regiones tras un incorrecto manejo de los recursos. En su libro “Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action” Ostrom critica el uso de modelos generalizadores comentando que el aprovechamiento de los recursos y su administración por las autoridades gubernamentales competentes pueden conducir a calamidades ambientales, como en efecto ha sucedido. El control sobre la explotación de los recursos naturales y su preservación depende de la capacidad de las instituciones que regulan su uso de manera sustentable, afirma Ostrom. A su vez, esto depende de tres condiciones que la misma autora refiere en su obra: construcción de nuevas reglas y/o acuerdos, compromiso de las partes y el cumplimiento de las reglas. En los recursos de uso común (RUC), entre los que se destacan los recursos naturales, influyen tres modelos principales: la tragedia de los comunes, el dilema del prisionero y la lógica de acción colectiva. El primero simboliza la degradación del ambiente que puede esperarse siempre que muchos individuos utilizan un recurso escaso al mismo tiempo. El segundo modelo por ser un juego no cooperativo, ilustra el caso en que los individuos prefieren “no cooperar” para beneficiarse en mayor medida pero por separado. Por su parte, la lógica de acción colectiva desarrollada por Olson (1965) se basa en lograr que los individuos actúen en pro del bienestar común en contraste con el bienestar individual. En estos modelos, algunos cooperan mientras otros no lo hacen, por lo que se obtiene un nivel de provisión del beneficio colectivo menor que el óptimo (Ostrom, 2000) y esto es lo que sucede con los RUC. En este sentido, Ostrom propone una alternativa diferente a la privatización de Demsetz (1967), Johnson (1972), Welch (1983), que no es la única solución a los problemas de los RUC como los naturales. Su propuesta se encamina a modelos de contratos vinculantes en los que el interés propio de cada participante del contrato llevará a supervisarse mutuamente y denunciar lo incorrecto, de modo que se hace valer y cumplir el contrato; proceso que ella denomina: autogestión de los recursos colectivos. Así, la autora sugiere que “el problema que enfrentan los apropiadores de RUC es de organización: cómo cambiar la situación en la que los apropiadores actúan de manera independiente a otra en que adoptan estrategias coordinadas para obtener mejores beneficios comunes o para reducir sus daños” (Ostrom, 2000, pág. 78). Desde esta perspectiva, los problemas a intervenir serían: los métodos de provisión de un nuevo conjunto de instituciones, el establecimiento de compromisos verosímiles y la supervisión mutua que se genera. Finalmente, Ostrom propone siete principios de diseño que caracterizan las instituciones que crean, aplican y supervisan sus propias reglas para controlar el uso de RUC; instituciones que claramente cumplen con el criterio de sustentabilidad, y el de fortaleza institucional de Shepsle (1989): límites claramente definidos, coherencia entre las reglas de apropiación y provisión, arreglos de elección colectiva, supervisión, sanciones graduadas, mecanismos para la resolución de conflictos, reconocimiento mínimo de derechos de organización y entidad incrustada. Aunque es necesario aclarar que éstos siete principios no son condiciones imprescindibles para lograr la fortaleza institucional en escenarios de RUC (Ostrom, 2000). El principio de entidad incrustada se enfoca en RUC que forman parte de sistemas más amplios, donde las actividades que componen los principios elementales (los siete principios) se organizan en múltiples niveles de entidades anidadas. De manera que su obra resulta importante en cuanto una solución garantizada para la creación de instituciones efectivas en el manejo de los recursos de uso común, la construcción de herramientas para la formulación de acuerdos y normas para el uso sustentable de los mismos, con una propuesta que trasciende de la privatización de los recursos a través de entidades e instituciones particulares. Referencias Ostrom, E. (2000). El Gobierno de los Bienes Comunes: La evolución de las instituciones de acción colectiva. México: Fondo de Cultura Económica. Columnas relacionadas 050. La tragedia de los bienes comunes 440. ¿Por qué valorar económicamente los bienes ambientales? 852. ¡Cuidado con los recursos!

martes, 10 de marzo de 2015

Algunas ideas sobre Piketty”: David Harvey

Tomado de: http://marxismocritico.com/2014/05/21/algunas-ideas-sobre-piketty-david-harvey/ “Algunas ideas sobre Piketty”: David Harvey 21/05/2014Deja un comentarioGo to comments harvey Thomas Piketty ha escrito un libro llamado El Capital en el Siglo XXI que ha causado un cierto revuelo. Defiende los impuestos progresivos y un impuesto global sobre la riqueza como la única forma de contrarrestar las tendencias hacia la creación de una forma de capitalismo “patrimonial” marcada por lo que califica como desigualdades de riqueza y renta “aterradoras”. A su vez, documenta de una forma minuciosa y difícil de refutar, cómo la desigualdad social tanto en riqueza como en renta ha evolucionado a lo largo de dos siglos, con un énfasis particular en el rol de la riqueza. Destruye la idea ampliamente extendida de que el capitalismo de libre mercado extiende la riqueza y que el mayor bastión en la defensa de libertades individuales. El capitalismo de libre mercado, cuando se hayan ausentes las intervenciones redistributivas del Estado produce olgarquías antidemocráticas, tal y como demuestra Piketty. Esta demostración ha dado alas a la indignación liberal mientras que ha enfurecido al Wall Street Journal. El libro se ha presentado a veces como el sustituto del siglo XXI a la obra del XIX de mismo título de Karl Marx. Piketty ha negado que ésta sea su intención, lo cual parece justo dado que su libro no trata en absoluto del capital. No nos explica por qué se produjo el crash de 2008, ni por qué está le está costando tanto tiempo salir a la gente del mismo bajo la carga doble del desempleo prolongado y los millones de hogares desahuciados. No nos ayuda a entender por qué el crecimiento se halla ahora mismo ralentizado en los EEUU en comparación con China, ni por qué Europa se halla atrapada entre las políticas de austeridad y el estancamiento económico. Lo que piketty nos muestra mediante estadísticas (y ciertamente estamos en deuda con él y sus colegas por ello) es que el capital ha tendido a crear, a lo largo de su historia, niveles cada vez mayores de desigualdad. Esto, para mucho de nosotros, no es ninguna noticia. Era exactamente la conclusión teórica de Marx en el Volumen Primero de su versión del Capital. Piketty no resalta esto, lo cual no es ninguna sorpresa, ya que para defenderse de varias acusaciones de la prensa de derechas de que se trata de un criptomarxista, ya ha señalado en varias entrevistas que no ha leído el Capital de Marx. Piketty recoge muchos datos para apoyar sus argumentos. Su explicación de las diferencias entre renta y riqueza es útil y convincente. Y desarrolla una defensa razonable de los impuestos sobre sucesiones, la tributación progresiva y un impuesto global a la riqueza como un posible antídoto (aunque con toda seguridad, inviable políticamente) a la creciente concentración de riqueza y poder. Pero ¿por qué se produce esta tendencia a una mayor desigualdad a medida que pasa el tiempo? A partir de sus datos (condimentados con algunas interesantes alusiones literarias a Jaune Austen y Balzac) deriva una ley matemática para explicar lo que pasa: la incesante acumulación de riqueza por parte del famoso uno por ciento (un término popularizado gracias al movimiento “Occupy”, por supuesto) es debido al simple hecho de que la tasa de retornos del capital (r) siempre supera a la tasa de crecimiento de renta (g). Piketty dice que ésta es y ha sido siempre la “contradicción central” del capital. Pero una periodicidad estadística de este tipo difícilmente puede constituir una explicación adecuada, y mucho menos una ley. Así que ¿qué fuerzas producen y mantienen dicha contradicción? Piketty no nos lo dice. La ley es la ley y punto. Marx obviamente habría atribuido la existencia de dicha ley al desequilibrio de poder entre capital y trabajo. Y esa explicación todavía se sostiene. El declive constante en la participación del trabajo en la renta nacional desde los años 70 se deriva del poder político y económico en decadencia del trabajo mientras que el capital movilizaba tecnología, desempleo, deslocalizaciones y políticas anti-trabajo (como las de Margaret Thatcher y Ronald Reagan) para aplastar a su oposición. Como Alan Budd, un asesor de Margaret Thatcher, confesó en un descuido, las políticas contra la inflación de los años 80 resultaron ser una “muy buena forma de aumentar el desempleo, y aumentar el desempleo fue una forma extremadamente atractiva de reducir la fuerza de la clase trabajadora… lo que se diseño allí fue, en términos marxistas, una crisis del capitalismo que recreaba un ejército de reserva del trabajo y que ha permitido a los capitalistas generar grandes beneficios desde entonces”. La diferencia en remuneración entre un trabajador promedio y un alto directivo estaba alrededor de 30:1 en 1970. Hoy en día se halla fácilmente sobre los 300:1 y en el caso de McDonald’s, sobre los 1.200:1. Pero en el Volumen Segundo del Capital (el cual Piketty no ha leído, a pesar de que alegremente lo deseche) Marx señaló que la tendencia del capital a la depresión salarial en algún momento llega a restringir la capacidad del mercado de absorber el producto del propio capital. Henry Ford reconoció este dilema hace tiempo, cuando instituyó los 5 dólares por día para sus trabajadores para, según decía, aumentar la demanda de los consumidores. Muchos pensaron que la falta de demanda efectiva era lo que se hallaba tras la Gran Depresión de los años 30. Esto es lo que inspiró las políticas expansivas keynesianas después de la Segunda Guerra Mundial y produjo como resultado cierta reducción en las desigualdades de renta (aunque no tanto en las de riqueza) junto a un crecimiento estimulado por una intensa demanda. Pero esta solución descansaba en el empoderamiento relativo del trabajo y la construcción de un “estado social” (según el término que usa Piketty) financiado por una tributación progresiva. “Y así “ escribe “durante el periodo 1932-1980, casi medio siglo, el mayor impuesto federal sobre la renta en los Estados Unidos era como promedio del 81 por ciento”. Y esto no limitaba de ninguna forma el crecimiento (otra de las pruebas que Piketty aporta para refutar ideas de la derecha). Hacia el final de los años 60, estaba claro para muchos capitalistas que necesitaban hacer algo acerca del poder excesivo del trabajo. Y así, la retirada de Keynes del panteón de economistas respetables, la transición al pensamiento de Milton Friedman, la cruzada para estabilizar cuando no reducir los impuestos, para desmontar el estado social y para castigar a las fuerzas del trabajo. Después de 1980, los tipos impositivos máximos descendieron y las ganancias de capital – una de las mayores fuentes de renta de los ultra-ricos – tributaban a un índice mucho inferior en los Estados Unidos, canalizando de el flujo de riqueza de forma intensa hacia el uno por ciento. Pero el impacto en el crecimiento, según muestra Piketty, fue negligible. Así que el “goteo” [trickle down] [1] de los beneficios desde los ricos al resto (otra de las creencias favoritas de la derecha) no funciona. Nada de esto fue el resultado de una ley matemática. Todo era política. Pero entonces, la ruleta dio una vuelta entera y la pregunta se convirtió en: ¿dónde está la demanda? Piketty ignora de forma sistemática esta pregunta. En los años 90, la respuesta fue escamoteada gracias a una enorme expansión del crédito, incluyendo la extensión de las financas hipotecarias a los mercados sub-prime. Pero la burbuja resultante estaba condenada a estallar, tal y como hizo entre el 2007-2008, llevándose consigo a Lehman Brothers y al sistema de crédito. Sin embargo, los índices de beneficios y la concentración aún mayor de riqueza privada se recuperaron muy rápidamente después de 2009, mientras el resto del mundo aún lo seguía pasando mal. Los índices de beneficios empresariales están ahora tan altos como siempre en los Estados Unidos. Las empresas están sentadas sobre montones de billetes, y se niegan a gastarlos porque las condiciones del mercado no son sólidas. La formulación que hace Piketty de la ley matemática esconde más de lo que revela acerca de las políticas de clase que están en juego. Tal y como Warren Buffet señaló: “por supuesto que hay una lucha de clases, y es mi clase, la de los ricos, los que la están librando, y vamos ganando”. Una de las formas clave de medir esta victoria son las desigualdades de riqueza y renta crecientes del uno por ciento respecto al resto del mundo. Hay, con ello, un problema central al argumento de Piketty. Y éste descansa en la definición errónea que hace del capital. El capital es un proceso, no una cosa. Es un proceso de circulación en el cual el dinero se utiliza para crear más dinero a menudo, pero no exclusivamente, a través de la explotación de la fuerza de trabajo. Piketty define el capital como el stock de todos los valores que son propiedad privada de los individuos, corporaciones y gobiernos, y que pueden servir para el comercio en el mercado, sin importar si estos valores están siendo utilizados o no. Esto incluye los terrenos, la propiedad inmobiliaria y los derechos de propiedad intelectuales, así como también mi colección de obras de arte y joyería. El cómo determinar el valor de todas estas cosas es un problema técnico difícil al que todavía no se ha dado una solución satisfactoria. A fin de calcular una tasa de retorno, r, tenemos que disponer primero de una forma de otorgar valor al capital inicial. Por desgracia, no hay forma de valorarlo independientemente del valor de los bienes y servicios que se usa para producir, o de por cuánto se puede vender en el mercado. El conjunto de la escuela neoclásica de economía (que es la base de las ideas de Piketty) está basado en una tautología. La tasa de retorno del capital depende de forma crucial en el índice de crecimiento porque el capital se valora en base a lo que produce y no según lo que se ha utilizado para su producción. Su valor está altamente influenciado por las condiciones especulativas y puede verse distorsionado por la famosa “exuberancia irracional” que Greenspan supo detectar como característica de los mercados de acciones y vivienda. Si quitamos las casas y la propiedad inmobiliaria – y eso sin hablar del valor de las colecciones de arte de los hedge funders – de la definición de capital (y la razón para incluirlas es bastante floja) entonces la explicación de Piketty para las desigualdades crecientes en riqueza y renta se desmorona, incluso aunque su descripción del estado de las desigualdades en el pasado y el presente todavía permanezca en pie. El dinero, los terrenos, la propiedad inmobiliaria, las fábricas y las máquinas que no se utilizan de forma productiva no son capital. Si la tasa de retorno del capital que se utiliza es alta, es porque una parte del capital se retira de la circulación y a efectos prácticos, está de huelga. Restringir el suministro de capital a las inversiones nuevas (un fenómeno que podemos observar que ocurre ahora mismo) garantiza una alta tasa de retorno en el capital que sí que está en circulación. La creación de esta escasez artificial no es algo que sólo hagan las compañías petroleras para garantizar sus altas tasas de retorno: es lo que hace todo capital cuando tiene la oportunidad de hacerlo. Esto es lo que se halla tras la tendencia para que la tasa de retorno del capital (no importa cómo se defina o mida) siempre supere la tasa de crecimiento de renta. Es así como el capital garantiza su propia reproducción, sin que le importen las desafortunadas consecuencias que pueda tener para el resto de nosotros. Y es así como vive la clase capitalista. Hay muchas cosas valiosas en los datos ofrecidos por Piketty. Pero su explicación de por qué las desigualdades y las tendencias oligárquicas aumentan incurre en un error de bulto. Sus propuestas para remediar dichas desigualdades son inocentes, si no utópicas. Y ciertamente, no ha ideado un modelo que explique el capital del siglo XXI. Para ello, todavía necesitamos a un Marx, o a su equivalente actual. [1] “Trickle down economics” es un término utilizado en los Estados Unidos para referirse, en sentido peyorativo, a las políticas económicas que sostienen que, beneficiando a los miembros más ricos de la sociedad, en particular mediante la eliminación de impuestos, su riqueza “goteará” o “calará” hacia las capas más bajas de la sociedad (por ejemplo, porque supuestamente un empresario con un alto nivel de ingresos se sentirá más cómodo llevando a cabo iniciativas económicas, contratando, etc.). A menudo suelen asociarse con las ideas que se engloban en el término amplio de “Reaganomics” o políticas económicas iniciadas en la época Reagan (N. del T.). Traducción de Guillem Murcia para Rotekeil. Fuente: Rotekeil

lunes, 9 de marzo de 2015

CUENTA REGRESIVA PARA LA SIGUIENTE CRISIS COLOMBIANA

Tomado de: http://blogs.elespectador.com/el-mal-economista/2015/03/07/cuenta-regresiva-para-la-siguiente-crisis-colombiana/ CUENTA REGRESIVA PARA LA SIGUIENTE CRISIS COLOMBIANA Por: El Mal Economista (EME) Por: Camilo Vega Barbosa Facebook: El Mal Economista Twitter: @maleconomista Twitter: @camilovega0092 La predicción de las crisis económicas es tal vez uno de los yugos más grandes que tiene un economista, de hecho se podría considerar como una palabra prohibida. Es demasiado costoso en términos reputacionales equivocarse, sin hablar de las posibles consecuencias legales de equivocarse, pero el costo social de no predecirlas es mucho mayor. Lo bueno de escribir en El Mal Economista (EME) es que la reputación no es un problema porque no nos interesa. Una característica que resulta bastante conveniente en este momento tan complicado para el país, porque nos da la libertar de advertir que el petróleo producirá la siguiente crisis económica y social en Colombia. Tomado de: http://cdn.theatlantic.com/static/infocus/tex042213/t01_0RTXYQ9S.jpg La siguiente crisis económica colombiana huele a petróleo. Después de la crisis de finales del siglo XX el país emprendió una campaña en la que le apostó todo al petróleo. Hasta hace poco fue una estrategia que funcionó bien pues durante los últimos 13 años el sector de hidrocarburos representó más del 30% de los ingresos a la nación. Pese a que la mayoría de los informes y recomendaciones de entidades internacionales advertían sobre la necesidad para Colombia de diversificar su economía el Gobierno no desistió de su iniciativa. Al igual que lo sucedido con la crisis de finales del siglo XX, serán una combinación de factores los que se gestarán y producirán la siguiente crisis colombiana. Todos ya se están desarrollando, y no se sabe hasta qué punto se puede intervenir. Además, en un informe de coyuntura macroeconómica, JP Morgan también advirtió que la economía colombiana experimentará una desaceleración en los próximos dos años, pronosticando que el país sólo crecerá 3,3% en 2015 y 2,8% en 2016. Una estimación similar a la que hacen entidades locales, como el Banco de la República y Anif, que proyectan que este año el PIB se incrementará 3,6 y 3,8%, respectivamente. No es una problemática exclusiva de Colombia, al analizar el crecimiento de América Latina junto con los cambios porcentuales del precio del petróleo, se encuentra que durante los últimos 20 años desplomes en la cotización del crudo WTI superiores a 24% han provocado en todos los casos recesiones económicas en la región. Todo indica que el petróleo seguirá bajo por los próximos años. La guerra de precios que Arabia Saudita está librando contra la costosa industria del fracking estadounidense, solo rentable bajo precios por encima de los US$70, advierte que se podrían venir más bajas en el precio del crudo. Es claro que “reducir la producción no beneficia a los productores de la OPEP, sea cual fuere el precio. Aunque baje a US$20, US$40, US$50 o US$60, no es pertinente” recortar la oferta, declaró Ali al Nuaimi, ministro de Petróleo de Arabia Saudita, en una entrevista al Middle East Economic Survey. latam http://www.elespectador.com/noticias/economia/se-viene-recesion-latinoamericana-articulo-539856 http://www.elespectador.com/noticias/economia/el-petroleo-us60-llego-quedarse-articulo-534984 Reserva Federal (Fed): el detonador El petróleo no es lo único que puede tener efectos nocivos para la región durante este año. Los últimos reportes macroeconómicos de Estados Unidos confirman que este país ha salido de la crisis de 2008, pues se espera que crezca 3% en 2014; además, su tasa de desempleo se encuentra en 5,5%, que es cercano a su nivel de equilibrio. Lo cual le da cada vez más argumentos a la Reserva Federal (Fed) para que comience a subir su tasa de interés. Es un fenómeno de considerar, pues provocaría que las dinámicas de inversión empiecen a cambiar en la región. Los estímulos monetarios que se dieron a partir de la crisis de 2008 permitieron que una gran cantidad de capitales ingresaran a las economías latinoamericanas, y cuando la tasa de interés de la Fed comience a subir, estos flujos podrían empezar a retornar a EE.UU. La salida de los capitales de las economías latinoamericanas se comenzaría a percibir con claridad en 2017, que es cuando se espera que la tasa de interés del emisor estadounidense se encuentre por encima de 3,5%. De manera que en dos años se estaría produciendo el detonador de la siguiente crisis en Colombia, ya que en este momento el país deberá enfrentar dos problemas al mismo tiempo: el petróleo y la pérdida de la inversión extranjera. Algunos de los efectos que se apreciarían cuando la tasa Fed se encuentre a un nivel similar que la tasa del Banco de la República seria por ejemplo un sostenido debilitamiento del peso colombiano, lo cual podría llevar a la tasa de cambio a promediar niveles por encima de los 2.500 durante los próximos años. Además el nivel de liquidez del mercado de capitales presentaría una importante reducción cambiando así las dinámicas de inversión. A pesar de que la primer alza se espera para mediados de 2015 ya se están apreciando los efectos. El indice Colcap ha caído 25% desde agosto de 2014, principalmente explicado por el repudio que hay en torno a las petroleras del país. Tanto así que las Administradoras de Fondos de Pensión redujeron en el ultimo año su participación en acciones locales de 35% a 26%. En consecuencia sus inversiones en renta variable internacional aumentaron su peso hasta quedar prácticamente al mismo nivel de relevancia que los títulos locales de la misma naturaleza (23%). Además, alrededor del 19% del total de activos se encuentran denominados en dólares. cr3 http://www.elespectador.com/noticias/economia/nueva-filosofia-de-inversion-afp-articulo-541296 Se acabó la plata Cuando se combinan las palabras Colombia y petróleo, lo primero que viene a la mente es Ecopetrol. Al ser la compañía más grande del país y al ser 89% estatal, esta empresa siempre se ha considerado como uno de los principales músculos financieros del Gobierno. Pero fue un musculo que se fue debilitando por cada dólar que caía el precio del petróleo. La mayoría de los analistas e inversionistas tenían claro que a Ecopetrol no le iba a ir bien en su último reporte financiero de 2014, ya que el mercado esperaba que la estatal registrara una reducción en sus beneficios de alrededor de 25%. Sin embargo, los pronósticos se quedaron cortos: la petrolera reportó en el acumulado anual una disminución de 41% en su utilidad neta y al analizar los datos del cuarto trimestre se encuentra que la compañía presentó pérdidas por primera vez desde que cotiza en bolsa. A raíz de la impresionante caída que sufrió el precio del crudo en los últimos seis meses, el país no podrá cobrar un dividendo similar a los más de $9 billones que recibió en 2014. Este año la compañía anunció que distribuirá el 70% de su utilidad neta, por lo que el Gobierno sólo recaudará alrededor de $4,9 billones. http://www.elespectador.com/noticias/economia/un-petroleo-perfora-el-bolsillo-articulo-545320 http://www.elespectador.com/noticias/economia/esta-raspando-olla-el-gobierno-articulo-547559 La política fiscal ni la monetaria nos salvarán La razón de porqué la crisis de finales del siglo XX fue tan aguda radicó en que los dos instrumentos que se utilizan para suavizar los golpes de las recesiones estaban atados de mano. El gobierno tenía grandes volúmenes de deuda y no pudo emplear el gasto para reactivar la economía, que es lo que indica la teoría del multiplicador del gasto expuesta por Keynes. Y hasta finales de 1999, el Banco de la República se encontraba bajo el esquema cambiario de las “bandas cambiarias” que lo obligó a subir la tasa de interés en vez de bajarlas. Estamos bajo un problema similar. El primero cosiste en que no hay plata, por lo que no se puede aplicar política fiscal, y los créditos internacionales son cada vez más caros para las economías emergentes dependientes de las materias primas. Además, aun si se cumple la sentencia del ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, quien advirtió que “la idea es seguir pasando reformas tributarias”, esto no siempre es bueno. JP Morgan advirtió que el cambio del esquema tributario iría en contravía de la generación de ingresos de algunos sectores de la economía colombiana. Una muestra de esto es que el fondo de inversión sacó de su portafolio de recomendaciones a la acción de Bancolombia, pues argumenta que este banco se verá golpeado como consecuencia de la reforma tributaria. Por otro lado, la política monetaria no está alineada con los problemas locales. Colombia es un país en el que más del 50% de las exportaciones y de la inversión extranjera dependen del bienestar del precio del petróleo. Es por esto que la caída de la cotización del crudo ha venido acompañada de la devaluación del peso colombiano que ha llevado a la Tasa Representativa del Mercado (TRM) ha escalar más de 800 pesos en cinco meses y a estar al borde de llegar a los $2.600. Lo cual trae un efecto adicional: La inflación. El escenario actual, de un Índice de Precios al Consumidor (IPC) doce meses de 4,35% junto con la advertencia del fondo de inversiones JP Morgan de que la economía colombiana experimentará una desaceleración al solo crecer 3,3% en 2015, ha vuelto la tarea del Banco de la República más compleja. Por mandato constitucional, la misión principal del Emisor es mantener la inflación en su rango base, que actualmente se encuentra entre 2 y 4%. Aunque la misma legislación advierte a esta entidad para no puede ser indiferente a las coyunturas económicas que acontecen en el país. De manera que en caso de que Colombia entre en recesión por causa del desplome de los precios del petróleo, no hay garantía de que se pueda aplicar política monetaria contra cíclica, que hace referencia a que el Banco de la República baje la tasa de interés. La inflación que acompañaría a esta crisis obligaría al emisor a subir la tasa de interés con el fin de cumplir con su mandato constitucional, con lo cual haría más crudos los efectos de la próxima crisis colombiana. Impacto Social Solo hace falta mirar el caso colombiano para entender las dimensiones con las que se juega a la hora de hablar de crisis. Según el borrador del proyecto de ley de 2008 que buscaba la reparación de las víctimas de la crisis económica UPAC de finales el siglo XX, alrededor de 800 mil familias perdieron su hogar por esta causa. Una cifra que si la multiplicamos por 3,2 que es el promedio de número de integrantes de una familia en el país, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), se encuentra que alrededor 2,5 millones de ciudadanos se quedaron sin donde vivir en ese entonces. Y la historia podría repetirse. Como un niño chiquito solo aprendemos cuando lo malo pasa. La caída de más de 50% que sufrió el precio del petróleo implicó que Colombia se quedó sin recursos para financiar todos sus proyectos sociales, y justo pasó en el momento en el que según el Gobierno estamos a punto de entrar en un periodo de postconflicto. Además aunque la crisis del petróleo todavía no estalla en Colombia ya hay efectos sobre el empleo en el sector de hidrocarburos. La re-estructuración y los ajustes de las petroleras del país no solo se estarían dando en términos monetarios, sino también en humanos. Tanto así que el ministro de Trabajo Luis Eduardo Garzón, se pronunció: “Hagamos todo lo posible por que esto no repercuta en el mundo de los trabajadores, son 110 mil trabajadores de la industria del petróleo, y eso hay que cuidarlo hasta lo máximo posible”. Hoy más que nunca está vigente el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), titulado “Colombia frente a una destorcida en los precios del petróleo”, cuyo autor fue Hernando José Gómez, exdirector del DNP. El estudio que fue publicado el 6 de noviembre de 2014, cuando el WTI estaba en US$77, advertía sobre el escenario más pesimista, uno en el cual la cotización de crudo promediara US$60 en 2015. Frente a esta posibilidad el informe concluyó que “una caída en el precio del petróleo de esta magnitud aumentaría la tasa de desempleo en los años posteriores al choque con respecto al escenario base, retornando a tasas de desempleo de dos dígitos, hasta un máximo de 11,2% promedio para el 2016. Esta cifra no se observaba en el país desde 2010” El informe agregó que “en términos de pobreza, esta aumentaría de 29% que se observa en la actualidad, hasta máximos de 34% en los siguientes dos años y retornaría lentamente a niveles de 31% en el año 2020. Es decir, se perderían seis años en la lucha contra la pobreza”. http://www.elespectador.com/files/especiales/crisis_del_petroleo/index.html